Deporte Rural - Idi dema
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Idi dema
Llegamos aquí al más popular de los juegos rurales. Los concursos o pruebas de arrastre de piedra por bueyes, frecuentísimos en otras épocas, lo son también en nuestros días. Antes surgían como desafíos individuales entre propietarios de yuntas; hoy es más usual el concurso, como número fuerte de fiestas patronales, pero conservando su gran sabor y entronque popular.
Es opinión frecuente buscar el origen de las pruebas de arrastre en el trabajo de las canteras. La piedra, desprendida por la explosión del barreno, era pulimentada “in situ” y luego, arrastrada por los bueyes, se llevaba hasta la maciza carreta que le había de transportar. Este origen, posiblemente cierto, no supone que todos los bueyes participantes en apuestas trabajaban en canteras sino que la experiencia demostró que un objeto pesado, como la piedra, era el ideal para probar la velocidad máxima del paso del buey en arrastre.
EL BUEY
Hasta hace muy pocos años era el ganado vacuno la única fuerza de tracción en la agricultura. Sólo en muy contadas excepciones eran empleados caballos, mulas o asnos. Recientemente se han introducido los motocultores, de aplicación múltiple, especialmente diseñados para el trabajo en las empinadas laderas que constituyen la orografía vasca.
Los toros son capados antes del año de edad. En la inmensa mayoría de los casos, los caseros vascos los adquieren ya inutilizados para la procreación.
El peso del buey utilizado en las pruebas de arrastre varía entre 500 y 650 kilos para los concursos. Un buey de Iturrino, pesó 1.450 kilos en vivo y 790 en canal. Un buey de “Korta”, 1.380 kilos. En general se utiliza en Bizkaia ganado más pequeño de alzada y de menor peso.
Junto a los trabajos del caserío, al buey de competición se le hace andar por el monte, diariamente, unos 5 kilómetros. En el establo tiene reservado el mejor lugar. De vez en cuando se hace una prueba con la piedra de una plaza cercana para que el buey no pierda el hábito del arrastre.
Existe aún en muchos pueblos vascos la piedra (probarri) en la que los caseros del contorno probaban la fuerza de sus yuntas. Hoy en día, como ha sucedido en la mayoría de nuestros deportes rurales, los desafíos van dando paso a los concursos y campeonatos. Ya no son dos yuntas las que compiten. Para dar mayor espectacularidad optan a los premios, en ocasiones, hasta 35 parejas. Se requiere entonces lugares especialmente dotados para el acomodo del público. Por ello, hoy se encuentran las piedras en las plazas de toros y en frontones cubiertos.
La forma de las piedras es rectangular, ligeramente más estrechas en su cara anterior, en la que se ha labrado un orificio para el enganche de la cadena. Su peso varía mucho, oscilando entre 1.500 y los 4.000 kilos. La piedra de Tolosa pesa 4.000 kilos, y las de Gernika y Munguía 4.500 kilos. En el probadero municipal de Berriatua existe una de 5.250 kilos, que no se corre desde 1950.
En los desafíos es más frecuente el empleo de piedras grandes. En los concursos se elige piedra más pequeña ganando el espectáculo en vistosidad al hacerse el recorrido más rápido.
La piedra es arrastrada por un piso formado por cantos redondos. Hay plazas de adoquín, desechadas por los propietarios, pues los bueyes resbalan continuamente sin poder asentar las pezuñas. Es opinión extendida que son mejores los cantos rodados de río que los extraídos de las playas.
La longitud de las plazas varían según las localidades. Hay una gran variedad de distancias, oscilando entre 22 y 28 metros.
El buey solitario, o la yunta, es ayudada en su esfuerzo por los arreadores. Su número depende de las condiciones fijadas en la apuesta o, en los concursos de lo que señale el reglamento.
Actualmente y en busca de la máxima eficacia, los arreadores suelen contratarse con mucha frecuencia.
Consiste en hacer más plazas en un tiempo dado. Para la fijación de las condiciones de la apuesta o concurso es detalle importante el peso de los bueyes. Cuando una yunta sobrepasa el peso tope permitido –fijado alrededor de los 1.100 kilos- la piedra recibe una sobrecarga de kilo y medio por cada kilo de sobrepeso.
Una vez en la plaza y llegada la hora, el juez competente procede al sorteo de tandas. Se considera perjudicado quien actúa en los primeros lugares, pues carece de referencias sobre el trabajo de sus contrincantes. Pero no siempre es mejor actuar en último lugar; si los primeros realizan una gran marca cunde la desmoralización. La orden de salida se da con silbato.
El boyero y arreadores procuran dosificar el esfuerzo de los bueyes sin agotarlos desde el comienzo. Procurarán también evitar que la piedra se detenga a media plaza porque el esfuerzo se duplica en la arrancada inicial. Y, sobre todo, han de esforzarse en que la piedra no salga de la raya que señala la anchura de la plaza, pues han de volver la piedra al límite donde fue cometida la falta.
El tiempo señalado a cada participante es, por lo general, de 30 minutos. En las apuestas a veces se fija más tiempo.
Sea cual sea el plazo de tiempo, terminado éste, los jueces proceden a medir la distancia recorrida que se da en plazas, cintas y centímetros.
Las pruebas suelen ser, atendiendo al número de bueyes participantes “en solitario” o “uztarri bakarrean” cuando la piedra es arrastrada por un solo animal, y “por parejas”.