Desarrollo del Plan Vasco de la Cultura. 2004-2005
Desde el principio se optó como fundamento mismo del Plan por el método
participativo. Esa es su mayor legitimidad. Grupos de trabajo
plurales -agentes sociales y privados de Euskal Herria y agentes
públicos e instituciones de la CAV- han tenido la carga principal de la
elaboración de los primeros diagnósticos y de detección de líneas de actuación
futuras.
La labor misma de la Comisión Permanente se ha
embebido de esa metodología que combinaba la selección de lo común con la
actitud abierta a la incorporación de casi todas las enmiendas de mejora para
que el texto fuera colectivo en todos los sentidos. Ello refleja un proceso de
maduración. Iniciado el trabajo desde una posición conocida, se oyeron y
conocieron otras, y se ha sido capaz de formular posiciones que se identifican
con todas las sensibilidades presentes en el Consejo Vasco de la Cultura, lo que
explica la unanimidad de su apoyo, sin eliminar por ello las posiciones
particulares.
Esta metodología tenía muchas ventajas.
La ventaja más importante ha sido la aportación -desde dentro de
las actividades- de los conocimientos de los distintos agentes
que generan o intervienen en la cultura. Ello se ha traducido en implicación e
interés, en una oportunidad de ser oídos y atendidos en temas estratégicos y no
puntuales, en una información muy valiosa que la Administración no hubiera
conocido de otro modo y en un contraste de percepciones, pudiendo decirse que el
resultado es representativo.
Además, de cara al futuro, ese conocimiento
compartido, esa cultura común, es en sí misma una base creativa, y
permitirá que los agentes encaren los retos de forma similar, cuando no
cooperativa; y entiendan que, también en la economía de lo creativo, imaginar el
futuro y hacerlo factible son dos caras de la misma moneda.
Con posterioridad y en base a lo recogido, son las
administraciones las que han aportado sus puntos de vista
conceptuales y sus previsiones de disponibilidad presupuestaria en tanto que son
las que preferentemente tienen que sostener y financiar los
compromisos.
En los diagnósticos -no en las acciones- se ha tendido a
respetar incluso las aportaciones más críticas -sin por ello compartirlas
necesariamente- para que la autenticidad y asunción del Plan sea general entre
los agentes. De todos modos, se ha tenido que resumir y generalizar lo que
inevitablemente implicaba seleccionar el meollo de cada análisis resultante o de
cada propuesta de línea de acción sectorial. Necesariamente se han eliminado
expresiones poco contributivas o las redundancias. En el terreno de las
propuestas operativas no se han convertido en líneas de actuación las aún poco
maduras o que requieren consensos más amplios aunque, de todas formas, muchas de
ellas han pasado a explicitarse a modo de recordatorio como "propuestas de
desarrollo futuro".