Desarrollo del Plan Vasco de la Cultura. 2004-2005
El Plan consta de una introducción conceptual y temática, unos
diagnósticos generales, una reflexión a largo plazo en forma de ejes
estratégicos, desde los que se proponen líneas de actuación a muy largo plazo, y
un plan de líneas y acciones a cuatro años. El Plan se compone así de los
siguientes capítulos.
El primer capítulo fija un marco
conceptual concebido como una introducción que retoma cuestiones
generales del "documento preliminar" de mayo del 2003, pero las amplía para
situar mejor las problemáticas sectoriales. En efecto, sería equívoco pensar que
la cultura vasca se juega sólo en los sectores analizados. Éstos ciertamente
vertebran las actividades culturales, pero no todas las dimensiones de la
cultura. No cabe obviar la problemática estructural sobre la que va a operar un
plan. Había que contextualizar los problemas generales de la cultura vasca y
abrir y ayudar al debate y entendimiento sobre los problemas de la identidad, el
concepto de cultura vasca, las percepciones, su salvaguarda respecto a los
conflictos políticos, o el contexto del mundo global actual.
Con ello se trata de indicar algunas balizas a modo de contexto
pero también de ser conscientes de los límites de lo que puede abordar el Plan.
Por ejemplo, no debe entrar en terrenos propios de un Plan General de Promoción
del Euskera y, en cambio, sí sobre la presencia del euskera en todas y cada una
de los ámbitos y sectores de la cultura. Asimismo sólo puede ser plenamente
operativo en una parte de Euskal Herria.
Sin embargo, el delicado carácter de esos temas obliga a
considerar esa reflexión introductoria como puramente indicativa, de ayuda, de
ensayo de aproximaciones entre distintas sensibilidades, de puro documento de
trabajo, no teniendo, en absoluto, ni un carácter prescriptivo, ni de posición
común, ni de resolución, que queda reservada para los capítulos
siguientes.
El segundo capítulo está dedicado a los
diagnósticos, tanto al general sobre la cultura vasca como
sobre las tres áreas en las que se ha delimitado la misma: patrimonio, artes e
industrias culturales. Para esos diagnósticos se ha partido inicialmente de un
estudio sector a sector, que luego se ha compactado por subsectores, siguiendo
para ello tanto la cadena de valor como el ámbito social y las políticas
ejercidas hasta ahora desde los agentes públicos. Esos diagnósticos detallados,
sector a sector, así como los transversales sobre el euskera o la cultura
digital, y que figuran en la web, son muy útiles.
El tercer capítulo, el más amplio y sustantivo,
pormenoriza el Plan de Cultura partiendo de sus fundamentos: misión, apuesta,
direcciones prioritarias y criterios. Se indica el sistema de organización que
puede hacerlo viable y se enumeran los ejes estratégicos, líneas de
actuación y las acciones con un calendario de aplicación.
El capítulo cuarto está destinado a señalar los
dispositivos de seguimiento y evaluación permanente del Plan de
modo que se garantice el cumplimiento del mismo.
El último capítulo está dedicado a explicar la
metodología seguida, como una experiencia participativa muy
fructífera que puede servir también a otras situaciones y
territorios.
En el anexo se incluye el listado de participantes en los
grupos, bien entendido que su colaboración no les compromete con el resultado
final