Departamento de Cultura y Política Lingüística

129. Portada del cementerio de Sestao (Sestao)

ETAPA 7: BILBAO • PORTUGALETE

La historia del cementerio

El concejo de Sestao tuvo antiguamente un antiguo cementerio ubicado junto a la iglesia parroquial conocido además por ser el lugar donde se celebraban sus ayuntamientos, pero durante la Guerra de la Independencia, las autoridades francesas ordenaron construir otro “en sitio separado del vecindario y sin comunicación con sus aguas”. En 1811 ya se estaba construyendo un nuevo cementerio, aunque éste no se situaba en el solar actual. El progresivo crecimiento de la población de la zona provocó la ampliación del antiguo cementerio en 1850 y en 1881. Pero tan solo unos pocos años después, en 1890, dado el enorme crecimiento demográfico del concejo y por hallarse el anterior cementerio contiguo a la parroquia y a un buen número de casas, se levanta el camposanto en el emplazamiento actual. La obra fue dirigida por el arquitecto municipal, Casto de Zavala y los materiales constructivos fueron losas calizas de Durango y sillería arenisca de Oiz.

La capilla del cementerio se construyó en el mismo año, tiene planta rectangular y cubierta a dos aguas. La fachada está rematada por una espadaña con arco de medio punto y cruz de hierro. Sus ángulos se coronan con jarrones parecidos a los de la portada del cementerio.

Descripción artística

La portada del Cementerio de Sestao es neoclásica y parece rememorar un arco del triunfo romano con tres vanos, de medio punto el central y adintelados los laterales, que se encuentran separados mediante pilastras adosadas con capiteles mixtos de estilo jónico. El remate superior es un frontón sobre el arco central, mientras que el resto se culmina con un tramo de pretil, hornacinas, cruz y cuatro jarrones. La abundante iconografía que decora la portada del camposanto sestaoarra tiene motivos variados relacionados con aquellos mensajes propios de su época, en la que se separa definitivamente mediante un muro el mundo de los vivos del de los muertos; motivos como el reloj de arena con alas, que nos advierte del paso inexorable del tiempo, la calavera con tibias, símbolo inherente a la muerte en un recinto funerario y la palma como símbolo alegórico del triunfo sobre la muerte.

El estilo en que se realizó la portada constituye un buen ejemplo de transición del clasicismo hacia las formas eclécticas más utilizadas en la arquitectura pública de la época. La convivencia de los historicismos en una misma obra era entonces la forma preferida a la hora de configurar los camposantos vizcaínos.

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