113. Panadería El Pontón (Bilbao)
ETAPA 7: BILBAO • PORTUGALETE
Suministro de productos básicos
Ya desde época medieval los concejos de las villas y los regidores de anteiglesias y demás poblaciones tomaron la responsabilidad de abastecer a la población de los productos que en aquellos momentos se consideraban básicos. Así, eran los ayuntamientos los que sacaban a concurso el suministro de carne, de pescado seco (especialmente en zonas del interior), aceite, vinos, etc. Además, establecían los precios públicos de estos productos. No debemos olvidar, tampoco, que estaba entre sus obligaciones la revisión de las medidas que se empleaban para la venta de líquidos y áridos. Su cometido, por tanto, era velar por el abastecimiento de la población, asegurar unos precios asequibles y evitar el fraude.
A mediados del siglo XVIII, la villa de Bilbao tomó la decisión de construir un gran complejo que fuera capaz de aprovisionar de pan a su población, que ya rondaba los 11.000 habitantes. El espíritu del proyecto tenía un trasfondo ilustrado, que consistía en alimentar a la población que estaba a su cargo y limitar los abusos. Para reflejar esta voluntad, el ayuntamiento, además de instalar el escudo municipal en la fachada de la principal edificación del complejo, la rodeo con una inscripción que era una verdadera declaración de intenciones:
«Me aseguro la abundancia
del más precioso alimento
protección y vigilancia»
«Doy al público sustento
ley a la injusta ganancia
y a la labranza fomento»
El complejo empleaba a una plantilla de 50 trabajadores, tanto de hombres como de mujeres, y era capaz de garantizar una muy importante producción. Sin embargo, las guerras carlistas la sentenciaron tras 40 años de funcionamiento. Su ubicación en una vía de comunicación clave para Bilbao la convirtió en objetivo del ejército carlista, tanto en 1835 como en 1874, cuando ya había sido arrendado para otro tipo de producciones industriales.
Las instalaciones
Se considera que la Panadería El Pontón es el primer edificio industrial de Bizkaia y un hito en la arquitectura vasca. Tras décadas de indefinición, el proyecto se terminó por materializar en 1794. El propio concepto de crear una panadería masiva era algo novedoso para la industria agroalimentaria del País Vasco. Requería la concentración de las labores de molienda, amasado y cocción y debía acoger en un mismo lugar las intalaciones necesarias para ello. Además, entre el cauce y el camino que circula por la parte superior existe una pronunciaba ladera, a la cual se debía adaptar el conjunto.
No obstante, desde el punto de vista técnico no suponía un gran avance, ya que como fuente de energía se empleaba el sistema hidráulico tradicional. Con el objetivo de aprovechar infraestructuras ya existentes, el ayuntamiento se había hecho antiguo molino que se ubicaba al borde del río Nervión-Ibaizabal.
El conjunto se componía de las infraestructuras de molienda, almacén, leñera y la panadería propiamente dicha. El único elemento que se conserva es este último. Se trata de un gran edificio de 4 pisos, de planta rectangular y con una fachada de 11 ejes de vanos, amplios en los pisos inferiores y más pequeños en el superior. Se construye de mampostería y los vanos y las cadenas esquineras en sillería de caliza. Disponía de un patio central para facilitar la comunicación entre las diferentes estancias y garantizar una buena iluminación. El arquitecto (Alejo de Miranda) diseñó un edificio funcional, de cierta monumentalidad como construcción pública que era y sin lugar a la decoración (salvo el citado escudo y su leyenda).