58. Iglesia de Santa María de Xemein (Markina-Xemein)
ETAPA 5: MARKINA-XEMEIN • GERNIKA-LUMO
Origen de la villa de Markina
Aunque por el momento carecemos de datos concretos, es de suponer que la antigüedad de la iglesia de Xemein se retrotrae al menos a la Alta Edad Media, como sucede con la mayor parte de las parroquias bajomedievales en el País Vasco y de la Europa Occidental.
El fuero que se concedió a Villaviciosa de Marquina en 1355 explicita que para la materialización de esta nueva realidad político-jurídica, es decir, la puebla, se escogió un lugar en el que había una serie de heredades o solares disponibles. A este lugar vendrían a habitar aquellos hidalgos que así lo quisieran, provenientes del entorno rural del valle. Así, el documento especifica que para sus servicios religiosos podían contar con la iglesia de Santa María de Xemein. Sin embargo, las disputas entre los Barroeta y los Ugarte por el patronato de la parroquia llevaron a la villa a construir una nueva iglesia dentro de su perímetro, conocida como San Pedro de Elizabarria (hoy desaparecida).
En época medieval las facciones que se enfrentaron en la Lucha de Bandos estaban compuestas por familias de mayor y menor importancia, que mantenían relaciones de dependencia y solidaridad entre sí. Durante el transcurso de los siglos XIII, XIV y XV no todos los linajes mantuvieron su poder y, por el contrario, otras se fueron encaramando a la preminencia social mediante diferentes estrategias. Una de ellas fue el obtener privilegios sobre una iglesia parroquial.
El patronato significaba varias cuestiones. Por un lado, se reconocía un estatus social superior respecto a los demás vecinos: consistía en una figura paternalista respecto a la comunidad religiosa. El patrón debía asegurar el culto en la iglesia y, a cambio, se le reconocían una serie de derechos, como el de enterrarse y sentarse en los sitios más destacados del templo o el de situar el escudo del linaje en un lugar preminente del mismo. Entre las condiciones que debía cumplir estaba la de sufragar la presencia de uno o varios clérigos que permitieran el culto suficiente considerando el número de parroquianos que existía. Para ello recibían los diezmos, que como patrón repartía entre los sacerdotes (que normalmente él mismo elegía). Sin embargo, esto sucedía en escasas ocasiones, ya que estos señores empleaban estos bienes en su propio beneficio y destinaban pocos medios al clero.
Aunque no consiguieron el patronato completo, en la Edad Moderna el concejo y ambas familias se repartieron este privilegio: una mitad para la villa y los otros dos cuartos para los Barroeta y Ugarte, respectivamente. Finalmente, al final del Antiguo Régimen, el Conde de Peñaflorida era titular de estos dos mayorazgos y, por tanto, la propietaria de la mitad del patronato sobre Santa María de Xemein.
Una iglesia de contrastes
Si bien su apariencia exterior es de un gran bloque de piedra prismático, cerrado y con aspecto de fotaleza, su interior consiste en un gran espacio abierto, en planta de salón y ábside destacado, donde unas sobrias columnas cilíndricas dividen las 3 naves y le otorgan una considerable altura. Esta sencillez contrasta con las complejas bóvedas que forman la cubrición interior, cuyos nervios entrelazados forman distintos motivos estrellados, que se unen en claves labradas. La mayor parte del edificio está realizado en el Renacimiento, aunque la finalización del techo corresponde a la segunda mitad del siglo XVII, obra del prestigioso maestro Lucas de Longa, entre otros.
En el interior encontramos un retablo mayor y cuatro colaterales (siglos XVII y XVIII), dos a cada lado. El del ábside es el más destacable, realizado en 1527 por Juan de Ayala, de estilo renacentista. De forma admirable, el retablo detalla mediante relieves diversas escenas sobre la vida de la Virgen.
En el exterior, es remarcable el acceso abovedado de gran altura que se sitúa a los pies del edificio, así como los pináculos que coronan cada uno de los contrafuertes que sostienen las paredes.