Departamento de Cultura y Política Lingüística

177. Iglesia de San Salvador de Olazabal (Altzo-Azpi, Altzo)

ETAPA 3: TOLOSA • ZEGAMA

La iglesia de los señores de Gipuzkoa

Antes de que la Arqueología aflorara los restos de iglesias anteriores al año 1000, los historiadores creían que San Salvador de Olazabal, situada en el barrio que se conoce como Altzo-Azpi, era el primer templo cristiano de Gipuzkoa. La razón reside en que el primer documento escrito en el que se cita el nombre del territorio histórico fue redactado en esta iglesia.

En 1025, Gayla de Iputza y García Acenariz, su esposo, de origen aragonés, realizan la donación de la iglesia rural de San Salvador de Olazabal, junto con una multitud de bienes inmuebles, al monasterio de San Juan de la Peña. Mediante este documento, los donantes practicaban una obra piadosa por la que accedían a una exigencia que la Iglesia llevaba tiempo manifestando: el fin de las iglesias propias. En el norte de la Península ibérica, como en otros ámbitos de la Cristiandad, muchas iglesias rurales pertenecían a los señores, quienes afirmaban haberlas construido en sus terrenos y a su costa. Como consecuencia, asumían la gestión completa de la misma. Para la Iglesia la situación era inaceptable y muchos de estos bienes terminaron por ser donados por la aristocracia, para cumplir con los preceptos eclesiásticos y poder fallecer con la conciencia tranquila.

No obstante, en muchos casos, la efectividad de estas medidas es bastante dudosa, especialmente teniendo en cuenta que, ante la prohibición de poseer iglesias propias o privadas, se extendió una fórmula intermedia conocida como patronato laical o laico. Este sistema, que llegó vigente hasta las revoluciones liberales del siglo XIX, consiste en que la Iglesia consiente una serie de prerrogativas a individuos o comunidades de seglares, por las que, de forma delegada, gestiona en parte el mantenimiento del culto en una iglesia.

En el caso de la iglesia de Olazabal, apenas 25 años más tarde de la donación, Belasquita, hija del matrimonio donante, seguía ejerciendo los derechos a los que habían renunciado sus padres. Al parecer, había puesto al frente del templo a un monje aragonés, procedente de Biniés (Huesca), sin mediar ningún acuerdo con el abad de San Juan de la Peña. Hacia 1060, Belasquita y su esposo Sancho Fortuñones volvieron a entregar la iglesia de San Salvador al monasterio pinatense, tal y como habían manifestado sus padres. ¿Sería ésta la entrega definitiva?

Lo cierto es que, fuera como fuere, en el siglo XV el patrón de la iglesia de Altzo Azpi no era otro que Juan Ochoa de Olazabal, señor de la casa de su apellido y, posiblemente, sucesor de los antiguos señores de Gipuzkoa. Sin documentos intermedios que puedan informarnos, podemos pensar que estos banderizos se apropiaron del privilegio del patronato o quizá que ninguna de las entregas a San Juan de la Peña se hizo efectiva. La realidad es que la capacidad de los grandes monasterios del valle del Ebro para mantener la autoridad desde la distancia era muy limitada, a no ser que contaran con administradores. Paradójicamente, estos solían ser quienes, finalmente, se hacían con los bienes que administraban.

El templo actual de San Salvador

Actualmente es un edificio erigido en el siglo XVI, de planta rectangular, con su campanario, que se eleva en un costado a los pies del templo. La nave se cubre de bóvedas de crucería y presenta una sacristía adosada al sur. Las entradas están cubiertas por un pórtico sostenido con pies derechos de madera. De los dos retablos encargados en 1588 a Pedro de Goicoechea, solamente resta uno, en el que destaca el relieve de la Anunciación. El retablo mayor, sin embargo, de José Ignacio de Lavi, corresponde a una elaboración rococó, adaptada al espacio arquitectónico previo, de pequeñas dimensiones, buena factura de bultos y relieves y prácticamente en blanco (sin dorar, con la madera a la vista).

Cabe destacar que, en unas labores de reforma interior, a finales del siglo XX, se encontraron los restos de un ábside semicircular románico (realizado en mampostería arenisca), sin datación concreta, que se reconvirtió en cripta y es visitable. Esos restos pertenecen seguramente a posteriores reconstrucciones de aquella iglesia de los señores de Gipuzkoa del siglo XI.

Recordar finalmente, el reciente hallazgo realizado en el antiguo cementerio adyacente, donde se han recuperado los restos mortales de Miguel Joaquín Eleizegi, el “gigante de Altzo”, nacido en 1818. Parroquiano de la iglesia, en el muro occidental, esquina suroeste, se pueden encontrar incisas en la pared las huellas de su desmesurado y fatal crecimiento, en forma de marcas que se iban señalando según iba aumentando su estatura y envergadura.

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