94. Iglesia de los Santos Emeterio y Zeledonio (Larrabetzu)
ETAPA 6: GERNIKA-LUMO • BILBAO
El núcleo original de Larrabetzu
En 1376, se otorga el privilegio de fundación de la villa de Villanueva de Berresonaga, actual centro urbano de la localidad de Larrabetzu. Para ello, se desgajaba una parte de las tierras pertenecientes hasta entonces a la anteiglesia y se establecía la nueva puebla. En ella se construiría la iglesia de Santa María y, por este motivo, la antigua iglesia dedicada a los Santos Emeterio y Celedonio pasó a conocerse con el nombre de Goikoelexea, la iglesia de arriba, por su ubicación en una posición superior en el valle.
La antigua aldea de Larrabetzu se situaba, por tanto, al pié del monte Bizkargi, bajo el puerto que comunica Morga con el Txorierri. Es subrayable el hecho de que la fundación de la villa no tuviera efectos drásticos en la concentración de la población y en la desaparición del antiguo poblamiento, sino que éste siguió coexistiendo con la nueva puebla. La propia parroquia de Goikoelexea es síntoma de una relativa riqueza en el ámbito estrictamente rural.
Un conjunto del gótico tardío
La iglesia de los Santos Emeterio y Celedonio de Larrabetzu, en su factura actual, fue construida en torno al 1500, en estilo gótico tardío. Es de planta rectangular, de una sola nave y un gran arco ojival divide el espacio del altar de la nave. Los principales vanos de los que se dota son dos rosetones, uno en el ábside y el otro en el paño sur, así como una ventana ojival y otra geminada con asientos, ambas en este mismo muro meridional. Las paredes perimetrales están reforzadas mediante contrafuertes.
Presenta una torre prismática, iniciada en el siglo XVII y levantada en varios tramos, el último de ladrillo. El acceso a la iglesia se hace por los pies, a través de una puerta de estilo barroco, aunque aún mantiene uno de los accesos ojivales originales, en el costado sur. El coro, de factura renacentista, mantiene cierto regusto del gótico flamígero. Las bóvedas que cubren la nave y el presbiterio son de crucería.
A pesar de los añadidos posteriores, la mayor parte del edificio presenta un estilo propio de inicios del siglo XVI. Otros elementos contribuyen a esta imagen unitaria. El primero es el retablo mayor, de estilo renacentista pero con intenso regusto del gótico tardío. Se caracteriza por una profusa ornamentación de la arquitectura, que sirve para distribuir las 3 calles y 3 pisos del retablo, además del banco. En el espacio central se ubica la talla de la Virgen sedente con el Niño y, debajo, se ubican los santos a los que está dedicada la iglesia, rodeados de escenas de su martirio. En el banco, se representa a Cristo rodeado de sus discípulos. Este retablo cuenta con dos colaterales de factura posterior y menos sobresaliente, dedicados a San Miguel y San Antonio Abad (inicios del siglo XVII).
Cabe destacar que en unas reformas realizadas a fines del siglo XXI se detectaron unas pinturas originales, coetaneas a la construcción de la iglesia, en las paredes laterales del presbiterio. En el lado de la Epístola (al sur) se representa a unos caballeros entrando en las fauces de una bestia que representa el infierno; en el lado inverso se muestra una gran figura de San Cristóbal.