Departamento de Cultura y Política Lingüística

186. Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (Beasain)

ETAPA 3: TOLOSA • ZEGAMA

El retablo barroco en Gipuzkoa

En el País Vasco el romanismo, una corriente artística del Renacimiento, tuvo un gran calado, de forma que las influencias del estilo barroco no irrumpieron de forma súbita ni interrumpieron la forma anterior de fabricar retablos.

El romanismo acentuaba la importancia de la escultura en el conjunto, imitando el estilo que los maestros italianos como Rafael o Miguel Ángel habían desarrollado en Roma. Así, se muestran unas anatomías acentuadas, figuras de gran fuerza y extremadamente idealizadas, instaladas en una multitud de hornacinas organizadas en calles y pisos, donde la arquitectura no adquiere más protagonismo que el de servir de marco a la escena.

Sin embargo, dos circunstancias provocarán un cambio progresivo en las formas imperantes en las tablas guipuzcoanas. La primera será la definitiva influencia de la obra del escultor vallisoletano Gregorio Fernández (1576-1636), al que se deben la escultura de San Ignacio realizado para el Colegio de Jesuitas de Bergara o el Ecce Homo creado para el oratorio de la casa de los Idiáquez, de la segunda década del siglo XVII. El impacto causado por estas figuras, más naturales, con actitudes más teatrales, con un cuidado del detalle de los cabellos y barbas, etc. no se hizo esperar, de forma que los maestros locales aprendieron la nueva forma de representar las figuras que se estilaba en los ambientes cortesanos. Sin embargo, el marco arquitectónico donde se mostrarán estas figuras permanecería prácticamente imperturbable hasta los años 30 de Seiscientos.

La segunda circunstancia que afectará a la retablística vasca y guipuzcoana en particular será la difusión del modelo del retablo escurialense, que se caracterizará, esencialmente por el protagonismo del sagrario (que adquirirá importantes proporciones), el desarrollo del ático (donde se representará el Calvario) y una mayor integración arquitectónica, de forma que las esculturas se dispondrán en un escenario construido, sin quedar simplemente constreñidos a las hornacinas que las acogían anteriormente. Sin embargo, contrariamente de lo que ocurrirá en España, en el País Vasco será más frecuente que las escenas religiosas se representen mediante la escultura que a través de los lienzos.

En esencia el desarrollo de estos dos aspectos será la clave para entender el retablo barroco, aunque dependiendo del momento y las corrientes imperantes se dará mayor importancia a determinadas cuestiones, como el nivel de decoración del conjunto, la elección de trazas planas o más sinuosas, la adecuación de las figuras al marco construido, el mayor o menor protagonismo de la caja central (usualmente dedicada a la advocación del templo), etc.

Así, a partir de unas corrientes clasicistas iniciales, se llegará al recargamiento del churrigueresco y al rococó, que se caracterizará por un gran dinamismo en la arquitectura y la profusión del aparato decorativo.

La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Beasain

El templo de la Asunción de Beasain actual se construye a partir del siglo XVI y no queda en su forma actual hasta el siglo XVIII. No obstante, la capilla de los Yarza (patrones de parroquia) nos sitúa en un momento anterior, tardomedieval. Se trata de un edificio de nave única y cubierta de bóvedas de crucería, que fueron reformadas hacia 1728. La sacristía es obra neoclásica, diseñada por Francisco de Ibero. El pórtico es un elemento totalmente destacable de la iglesia. Con una cubierta apoyada sobre columnas octogonales y un entramado de vigas y tirantes, todo ello de madera, fue realizado en 1663. Impone el porte de los citados pies derechos y el cuidado del acabado facetado de los mismos.

Sin embargo, el elemento más sobresaliente de la iglesia es su retablo mayor, dedicado a la Virgen y obra de Juan de Ursularre. Fue realizado entre 1670 y 1672, en un estilo barroco clasicista, y es una obra de profunda influencia cortesana. Se trata de una construcción de un solo piso y tres calles sobre banco y coronado por un destacado ático. El cuerpo central queda dividido a través de 4 columnas dispuestas por pares a cada lado de la caja central, de orden compuesto, acanaladas y apoyadas sobre mensulones decorados con elementos típicos de momento. La arquitectura muestra cierto juego de planos, de forma que el entablamento y las cornisas aparecen quebrados por el avance que provocan las ménsulas. Las escenas se reproducen en lienzos, lo que da cuenta de la influencia cortesana de la obra aunque no son de una gran calidad. Las pinturas de mayores dimensiones son la presente en el nicho central (dedicada a la Virgen) y el Calvario del ático. Nótese también la prominencia del sagrario, típica del retablo barroco.

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