168. Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora (Aduna)
ETAPA 2: HERNANI • TOLOSA
La parroquia: un espacio que comparten vivos y muertos
Una de las características de las iglesias rurales erigidas en la Alta Edad Media es que en ellas se funde el culto a Cristo (y a los santos) con el que se destina a los muertos. Así, en un principio, las tumbas de los miembros fallecidos de la comunidad se disponían en torno a los templos de forma aparentemente desordenada, formando cementerios que, en muchas ocasiones, los rodeaban completamente.
Generalmente se trataba de tumbas en las que se enterraban los restos de un solo difunto y, dependiendo de la región y del momento, las sepulturas y los enterramientos presentan peculiaridades formales algo distintas. No obstante, hacia el siglo XIII, especialmente en localidades como las villas, que aglutinaron una densidad de población importante, las necrópolis comienzan a cambiar. Se percibe por primera vez una organización de las sepulturas dispuestas en calles o filas. Además, las fosas de enterramiento serán reutilizadas, enterrando a varias personas en la misma, muchas veces removiendo los huesos antiguos.
En esta época, quienes se entierran en el interior de los templos son los reyes, los miembros de la nobleza y el alto clero, es decir, los miembros de la élite social. Sin embargo, a partir del siglo XIV, en una parte importante del País Vasco se dará un proceso que tendrá como resultado el ingreso de todo el cementerio al espacio interior de la iglesia, independientemente del origen social de los difuntos.
Además, se percibirá una vinculación muy especial entre los vivos y los muertos, ya que cada casa contará con su sepultura en un lugar concreto de la nave y las mujeres de la misma tomarán asiento en ese lugar y no en otro durante las funciones y los rezos. Las tumbas acogerán a los miembros de toda una familia que habita en una unidad doméstica (la casa, el caserío) y las mujeres se encargarán de velar por sus almas.
A partir del siglo XVIII, la preocupación por la higiene provocó que se decidiera extraer las necrópolis de las zonas habitadas y, aunque hubo fuertes resistencias, durante el siglo XIX se fueron creando cementerios como los que conocemos actualmente. Así, poco a poco los antiguos ritos funerarios se fueron perdiendo y generalmente ya no se guarda un orden concreto a la hora de asistir a la liturgia en las parroquias vascas.
Sin embargo, en la iglesia de Aduna se da la particularidad de que se ha guardado la memoria del lugar que ocupan las sepulturas de cada casa antigua de la localidad, de forma que al lado de la piedra bautismal, en la pared, encontraremos un croquis con las tumbas y los nombres de las casas y caseríos a los que pertenecían.
Un ejemplo de parroquia rural vasca
La iglesia de la Asunción es una construcción realizada en sillería de caliza, a excepción de la portada, las pilastras del interior y los nervios de la bóveda estrellada o de terceletes, que son de piedra arenisca. De nave única, su ábside es ochavado y adquiere una planta ligeramente más ancha que la nave. A cada lado, dos capillas se abren bajo sendos arcosolios, otorgando una apariencia de planta de cruz latina.
El estilo en el que se construye es el del Renacimiento, caracterizado por una gran impronta del gótico tardío. Su sobria portada es posiblemente el elemento más antiguo y a partir del que se comenzó la reconstrucción del templo. Luce un acceso abocinado con baquetones rematados en arcos ojivales que descansan en columnas adosadas, que, a su vez, presentan decoraciones propias del final del período medieval.
La obra principal del templo se terminó durante la segunda mitad del siglo XVI y en 1599 se dio por terminada la obra del coro. El campanario y el chapitel que lo remata otorgan una forma distintiva a la silueta de la iglesia y datan de 1908. Se construyeron para sustituir al campanario anterior, realizado de 1613.
En el interior, destaca un retablo mayor, de en torno a mediados del siglo XVII, posiblemente obra de Pedro de la Tijera que recibe ya las influencias clasicistas del momento. A destacar también el Cristo crucificado gótico instalado en la capilla del Evangelio.