249. Conjunto monumental de La Mella (La Herrera-Ijalde, Zalla)
Etapa 7B: BILBAO • BALMASEDA
Lucha de poderes en La Mella
Este conjunto monumental preside la zona alta del núcleo de La Herrera, el denominado barrio de La Mella, y es un ejemplo de los vaivenes del poder en el lugar. Varios aspectos dan muestra de su carácter estratégico y fueron determinantes para convertir a La Mella en lugar de gran relevancia.
Por un lado, su emplazamiento en un meandro del Cadagua en el que su cauce es muy estrecho y puede ser salvado fácilmente por un puente. Por otro lado, es de reseñar el tránsito por la misma de las principales vías de comunicación, como el Camino Real que desde Bilbao llegaba a Balmaseda (villa a la que La Mella es adyacente) o el Camino de Santiago. No debe extrañarnos, por tanto, que la Herrera fuera un polo de atracción para los linajes poderosos.
En primer lugar destacó el linaje de los Terreros, que se estableció en el lugar en el siglo XV. Fue Juan Galíndez de Terreros quien mandó construir la torre que se puede observar a día de hoy en la margen derecha del cauce del río, en un punto en el que se domina el vado de La Mella (posiblemente ya existía una torre anterior en el siglo XIV). Dicho linaje participó activamente en la Guerra de Bandos dentro del bando oñacino, como atestigua el cronista medieval Lope García de Salazar. Además de ser los señores de la torre, los Terreros controlaban la ferrería y el molino ubicados en las inmediaciones de la misma y señoreaban el puente en el que se cobraba el paso. Por tanto, el linaje aunaba bajo su influencia tanto la hegemonía militar como la económica.
En el siglo XVI, el linaje de los Urrutia se asentó tras lograr hacerse con el enclave por la compra de los bienes del antiguo linaje Terreros. Al comienzo, el mayorazgo de los Urrutia y Avellaneda vio disputada su instalación por la oposición de personajes relacionados con sus antiguos detentores, aunque consiguieron una sentencia judicial que asentó definitivamente su poder.
Una vez establecida sobre los bienes y recursos ya mencionados, esta familia mandó construir un palacio al otro lado del Cadagua, a los pies del Camino Real, más acorde con los gustos de la época y más cómoda que una torre medieval. Fue Antonio de Urrutia y Salazar, alcalde de Zalla y síndico y teniente general de Las Encartaciones, quien mandó erigir una ermita a su lado en 1673 bajo las advocaciones de San Antonio de Padua y la Asunción. Esta funcionó como capilla sepulcral privada de la familia Urrutia y es donde su fundador fue enterrado. El monumento se completaba con una escultura de éste, haciendo del templo uno de los escasos ejemplos en Bizkaia de ermita sepulcral con escultura barroca orante.
Conjunto monumental de La Mella
El antiguo conjunto monumental de La Mella, además de estar conformado por los elementos mencionados, estaba compuesto por las viviendas de los ferrones y molineros y las cocheras y caballerizas, servicios de gran importancia en los lugares ubicados al pie de las vías de comunicación. Muchos de estos elementos han ido desapareciendo con el devenir de los siglos habiendo llegado a nuestros días únicamente los más destacados.
La torre de Terreros es la torre medieval mejor conservada en la comarca de Las Encartaciones. Se trata de una torre de planta cuadrada que alcanza los 15 metros de altura. Construido en fábrica de mampostería presenta cadenas de sillares en los esquinales. Muestra un aspecto cerrado y compacto, propio de las torres medievales, acorde con su función defensiva. Posee planta baja, dos pisos y un camarote, que resulta poco habitual en las torres de esta época. Los elementos que hacen más singular a este edificio se hallan en el camarote, y se trata de las cuatro ladroneras o matacanes (cuerpos volados desde los que arrojar objetos en caso de ataque), ubicadas una por cada fachada. Son las únicas que se han conservado en la provincia, lo cual hace de esta torre un caso muy singular en Bizkaia. A día de hoy junto a la torre y anexo a la misma se levanta un caserío.
El palacio Urrutia es un edificio barroco del siglo XVII del cual se conserva únicamente su fachada principal. Los restos que se mantienen en pie dejan ver que se trataba de un magnífico edificio palaciego de tres alturas. Su fachada presenta fábrica de sillar en el que destaca el escudo de armas de los Urrutia y Avellaneda, de finales del siglo XVII.
En frente de la misma se alza la magnífica ermita de San Antonio de Padua abierta al exterior por una puerta con arco de medio punto cerrado mediante una reja de hierro. De grandes dimensiones, está construida con fábrica de sillar. Destacan en su fachada principal el gran escudo barroco de la familia Urrutia y la espadaña de dos pisos, en el primero de los cuales se ubica la imagen de Nuestra Señora de la Asunción y en el segundo una campana. El elemento más reseñable del interior de la ermita es la bóveda de terceletes. Aunque se halla vacía pueden observarse tres tumbas alineadas frente al lugar que ocupaba el altar y la hornacina en la que se ubicaba la escultura orante del fundador en el lateral izquierdo. Actualmente esta última se halla en el Museo de las Encartaciones. El palacio y la ermita están separados por un camino, el antiguo Camino Real que conducía a Balmaseda.