79. Conjunto industrial de Talleres Guernica-Astra (Gernika-Lumo)
ETAPA 5: MARKINA-XEMEIN • GERNIKA-LUMO
Una fábrica monumental
La tradición siderúrgica del País Vasco procede de la Segunda Edad del Hierro, hace unos 2500 años y sufrió un cierto desarrollo en época romana. Tras estos inicios la actividad, aunque mitigada, no se interrumpió y desde el año 1000 hasta la actualidad ha caracterizado el sector productivo vasco. La aplicación de la hidráulica a la elaboración de hierro posibilitó aumentar la producción y el mercado europeo y americano se llenó de material férrico vasco en la Edad Moderna.
Varios cambios en el mercado de productos siderúrgicos, especialmente en la primera mitad del siglo XIX, llevó al cierre de la mayoría de ferrerías que habían producido en el siglo pasado. En un primer intento de innovación, hacia 1841 se dará inicio a la fundición industrial en el País Vasco, en la fábrica Santa Ana de Bolueta de Bilbao.
A comienzos del siglo XX, un conglomerado de socios (Unceta, Esperanza, Gandarias y otros) se unen para abrir una fábrica que produjera maquinaria industrial (bienes de equipo) en Gernika. Esta villa, como otras muchas en el territorio de Bizkaia, tenía un pasado muy vinculado con la producción siderúrgica durante los siglos pasados, que se exportaba por la Ría al mar y diferentes latitudes. Ahora, en el siglo XX, también contaba con una línea de ferrocarril, que permitía otro tipo de transporte, para una nueva época y otros productos siderúrgicos.
Al borde de las vías del tren, encontramos los pabellones de Talleres Guernica S.A., terminados en 1916, con reformas en 1942. Constaba de 3 edificios diferentes, diseñados para el uso concreto que se les iba a dar: el Pabellón nº1, oficinas y máquina herramienta; el Pabellón nº2, de forja; el Pabellón nº3, de modelos. En 1968, el nº1 fue vendido a Unceta y Cia., que producía armas de fuego. Actualmente, los pabellones nº1 y nº2 siguen en la producción de bienes de equipo para industria.
Respecto a las características constructivas del conjunto, su arquitecto, Ricardo de Bastida, propuso una interpretación personal del estilo secesionista vienés, supeditando la forma a la función del edificio, pero sin renunciar a los elementos decorativos. No obstante, constituye una innovación por un alejamiento del eclecticismo, estilo mayoritariamente empleado en aquel momento, para abrazar nuevas corrientes.
El Pabellón nº1, actualmente un espacio de creación artística autogestionado, se diseñó como un edificio de pisos, en hormigón armado, en el que se emplean amplios ventanales en ambas plantas, mayores en la planta baja. La fachada es recorrida por pilastras adosadas de orden gigante con capiteles decorados. El acceso avanza respecto al resto de la fachada. En época posterior se le añadió un piso más, aunque manteniendo una estética más sobria pero con un diseño que seguía la ordenación del cuerpo original.
El Pabellón nº2 es un edificio de planta única, de gran altura, de tejado a dos aguas, que permite la iluminación natural a través de grandes ventanales. El zócalo es de mampostería y el alzado de hormigón. La fachada presenta un frontón rectangular y unas gruesas líneas en el enlucido (a modo de recercos, pilastras y líneas de imposta), que combinan las líneas rectas y curvas.
Finalmente, el Pabellón nº3, es una construcción de hormigón armado de planta única, con tres naves, con tejado de dientes de sierra (shed). La fachada presenta dobles pilastras con capiteles intercaladas con los ventanales verticales. En el friso que corona la fachada se incluye el año de construcción y reforma del edificio y el nombre de Talleres de Guernica S.A.
En sus instalaciones existe un refugio antiaéreo de la Guerra Civil (1936-1939).