Departamento de Cultura y Política Lingüística

257. Conjunto de la ermita y venta de Iturriotz (Aia-Asteasu)

ETAPA 2B: HERNANI • BIDANIA

Una ermita de propiedad compartida

La ermita y la venta de Iturriotz se hallan al borde de un camino de gran antigüedad que comunica la costa con el interior de Gipuzkoa, a través del collado de Zelatun. Ofrecían servicio a mulateros, viajantes, peregrinos y transeúntes en general. Sabemos, por ejemplo, que San Ignacio de Loiola pernoctó en el lugar en su viaje de París a Azpeitia y la tradición recuerda, supuestamente, la habitación de la posada en la que durmió el santo (si bien realmente el edificio actual es posterior).

La ermita está construida en terrenos que pertenecían en pro indiviso a las localidades de Aia y sus barrios (Laurgain, Urdaneta y Altzola), Bidania, Albiztur, Beizama, Errezil y Goiatz, todas en torno al macizo del Ernio y de Gazume. Esto significa que, originalmente, todas ellas eran propietarias del templo dedicado a San Juan y celebraban en ella sus juntas. Esta igualdad, sin embargo, no significaba que no hubiera disputas entre las partes y la más conocida de las rencillas ocurridas en Iturriotz tuvo lugar el día de la Ascensión de 1544. En esta festividad, anualmente se celebraba una feria de ganado (que fue prohibida en 1728 en la Junta General reunida en Ordizia) y la correspondiente romería. Aquel día, en este contexto, todas las poblaciones enviaron a sus máximos representantes, tanto civiles como eclesiásticos, pero a los festejos acudieron también multitud de vecinos. La aparición del alcalde de Albiztur esgrimiento la vara en tierras cuya propiedad compartía con las demás poblaciones suscitó el inmediato rechazo del resto de autoridades y se originó una trifulca que se saldó con un muerto, Juan de Atodo, y con la amputación de un dedo a Juan de Gaiztarro, ambos vecinos de Albiztur.

Esta propiedad compartida sobre la ermita tuvo su final en 1792, cuando las localidades se repartieron estos montes, quedando el templo en manos de Aia. Para entonces se encontraba en franca decadencia, ya que en 1786 el obispo de Pamplona ordenó que no se celebraran romerías en el lugar debido a que su ubicación en un lugar apartado daba lugar a que se cometieran actos inmorales.

El edificio de la ermita de San Juan Bautista es de planta rectangular y de una sola nave, con cubierta a dos aguas. Posee dos accesos: uno en su cara norte, estrecha y rematada por un arco ojival dobelado, posiblemente de en torno al 1500; la otra en su cara oeste, adintelada, claramente de una época posterior. Dos ventanas de medio punto abocinadas hacia el exterior jalonan la primera de las puertas y, en la misma fachada y bajo el presbiterio se halla un arco escarzano que hace las funciones de desagüe del manantial que da nombre al lugar. El alero de la cubierta se sostiene mediante tornapuntas apoyadas en las ménsulas que recorren las fachadas norte y sur. En el muro del ábside se abren dos óculos y entre ellas se halla instalada una cruz de hierro. En el interior el altar se halla presidido por un Cristo crucificado flanqueado por las imágenes de la Virgen y de San Juan Bautista.

Las ventas de Iturriotz

Actualmente en Iturriotz solamente encontramos una venta-caserío, aunque tenemos constancia de que a mediados del siglo XVII ya eran dos las casas que daban este tipo de servicio a los viajeros. La más antigua, Iturriotz “de yuso” (el edificio que actualmente se conoce como venta) procede de la Edad Media y ya en 1514 su gestión era arrendada por parte del Concejo de Aia, su propietario. Será en 1822 cuando el ayuntamiento la venderá, pasando ahora a manos particulares. Por otro lado, la de Iturriotz de arriba (“de suso”) era propiedad del Concejo de Asteasu y se incendió en 1745, perdiéndose completamente.

La venta que ha perdurado en el tiempo constituye un edificio de grandes dimensiones, con planta baja (de mampostería reforzada de sillar), dos pisos y bajocubierta (todos de entramado de madera), aunque en su costado norte el terreno se encuentra más alto y el piso a pie de calle corresponde con la primera planta del resto de la construcción. La perspectiva de la fachada principal es la más destacable del edificio, donde los vanos, enmarcados por el entramado de madera, se distribuyen de forma regular: 5 en la primera altura (y otra menor, más reciente), 4 en la segunda (más una quinta más pequeña) y 2 en la superior. Los tabiques que cubren los huecos de la estructura de madera son de mampostería enfoscada con mortero y en la mayor parte de ellos se han pintado cruces latinas con cal a modo de protección.

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