Departamento de Cultura y Política Lingüística

160. Caserí­o Illarratsueta y su herradero (Hernani)

ETAPA 2: HERNANI • TOLOSA

La atención de los animales empleados para el trabajo

La villa de Hernani se ubicaba en una situación estratégica dentro del territorio guipuzcoano que la convirtió en una villa referente dentro del panorama provincial. De su importancia como hito dentro del Camino Real y su amplio término rural conforman el contexto adecuado en el que la presencia de ganado mayor, bien de carga, bien de tiro, sea importante. El hecho de que la villa de Hernani constituyera un importante nudo de comunicación provocó que esta fuera un lugar de asentamiento para albéitares y herradores.

Hasta finales del siglo XIX, época en la que empieza a introducirse en gran medida la industrialización en el territorio, el transporte de mercancías y personas por vía terrestres se hacía a través de carros y carruajes que se desplazaban por tracción animal. El cuidado del ganado destinado a los sectores agropecuario y de transportes por tanto era esencial, por lo que se requería de los servicios de albéitares y herreros y se idearon sistemas que les permitieran realizar su trabajo de forma más cómoda y eficaz. Entre las partes a las que se concedía mayor cuidado en los animales destacamos la pezuña, que se desgastaba si no se atendía. Este trabajo lo desempeñaban los herradores, quienes se encargaban de herrar al ganado, ya fuera caballar, mular o asnal, ajustando herraduras en los cascos de sus patas.

El oficio de herrero estaba vinculado al de albéitar, que procuraba cuidar las enfermedades de los animales. Si bien fueron oficios que inicialmente eran considerados artesanales, en los que los conocimientos se transmitían de maestros a aprendices de una forma empírica, es decir a través de la práctica, la Corona decidió reglarlos a partir del siglo XV. Esto dio lugar a un oficio de albeitería titulado y con rasgos científicos. El objetivo de esta reglamentación fue doble, por una parte la profesionalización del oficio y por otro perseguir el intrusismo existente en el sector. De esta manera en el año 1475 se ordenó el Real Tribunal de Protoalbeiterato.

Testimonios documentales dan cuenta de la persecución del intrusismo en el oficio y de la exigencia de la titularidad para su ejercerlo. Como ejemplo, contamos con un documento de 1879 en el que se denuncia al Ayuntamiento de Hernani como dos herradores de ganado vacuno establecidos en la villa se excedieron de las atribuciones que el título les confería al herrar caballos, mulas y asnos, cuando solamente podían herrar vacas. U otro documento de 1903 en el que se recoge que a un herrador de ganado vacuno procedente de Aia se le solicitó que presentara el título que le facultaba para el oficio.

Caserío Illarratsueta y su herradero

El caserío Illarratsueta, situado en el término de Hernani en el límite con el municipio de Lasarte-Oria, conserva en un adosado la estructura y aparejos para herrar ganado. Un espacio que tradicionalmente fue muy utilizado y que a día de hoy ha quedado como muestra de una actividad que ha caído en desuso.

Se trata de una construcción auxiliar pecuaria de una sola planta y de forma rectangular, con fábrica de mampostería y un tejado de chapa. Posee en su interior el Potro, denominación que toma la máquina de herrar. Esta se compone de seis pies derechos, dispuestos tres a la derecha y tres a la izquierda. Entre los pies del frente se sitúa un dispositivo con una polea del que pende una cuerda que al tensar provoca que la cabeza del animal se eleve, consiguiendo así mantenerlo sujeto. Otro dispositivo, situado entre los otros cuatro postes, tiene la función de elevar al animal a través de unas cinchas, para mayor comodidad del animal y del herrador. Finalmente, presenta dos molduras para fijar las extremidades del animal de manera que queden fijas y no se puedan mover. Una vez colocado e inmovilizado el animal, el herrador puede proceder a la labor de herraje, sin que el animal sufra dolor alguno.

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