Departamento de Cultura y Política Lingüística

97. Caserío Berrezoaga (Larrabetzu)

ETAPA 6: GERNIKA-LUMO • BILBAO

Las casas de labranza

Desde finales de la Baja Edad Media las familias o instituciones (religiosas o civiles) que cuentan con propiedades rurales comenzarán a construir caseríos destinados a ser arrendados. El objetivo es sacar el máximo rendimiento a terrenos que, de otra forma, sería preciso gestionar personalmente. De esta forma, tras una inversión inicial, el titular de la propiedad obtendría una renta anual por parte del arrendatario, que se haría cargo de explotar los terrenos adscritos al caserío a cambio de una cantidad, generalmente en especie.

Esta tendencia se incrementará aún más en los siglos siguientes, especialmente por parte de las más importantes familias, que progresivamente, a través de sus políticas matrimoniales, se harán con nuevas tierras y casas de linajes menores. El aumento demográfico que se vivirá en el País Vasco a partir, al menos, del siglo XV creará una demanda que impulsará la roturación de nuevas tierras, bien desgajadas del comunal, bien particulares antes dedicadas a otros usos, y la creación de nuevas casas de labranza.Así, el caserío disperso se irá extendiendo y ocupando zonas cada vez más alejadas de los núcleos originales de villas, anteiglesias y barriadas.

La tendencia fue la construcción de edificios en los que se primara la practicidad de la construcción a la suntuosidad. En primer lugar porque la inversión que se realizaba, en general, solía ser la mínima. Por otro lado, era preciso ofrecer una casa que permitiría la actividad agropecuaria, que sería la realizarían sus inquilinos. Un edificio carente de espacio de establo o una planta bajocubierta apto para guardar y secar los productos de la tierra, por ejemplo, no servía a las necesidades de los arrendatarios.

En bastantes ocasiones, la casa puesta en arrendamiento solía ser un antiguo palacio de un linaje menor, en el que ya no habitaban quienes las habían recibido en herencia. Si en su construcción se había buscado la suntuosidad era frecuente el tener problemas para conseguir inquilinos.

Así, las casas de labranza en los siglos XVII, XVIII y XIX serán de gran sencillez en su construcción, realizados en materiales relativamente baratos y con vistas a su arrendamiento. No obstante, muchas de estas casas presentan una tipología particular, donde el amplio zaguán, que servía para recoger los aperos de labranza, en la que una o varias columnas de piedra que sostenían las vigas de la primera planta. Estos elementos, en ocasiones, se encontraban decorados y, en todo caso, en general presentan una pulcra talla. Esta peculiaridad aporta un ragos de distinción a estas sencillas construcciones rurales.

El caserío Berrezoaga

Su construcción data del siglo XVIII. De planta rectangular, el edificio presenta un volumen prismático con una planta baja de mampostería y el resto del levante (planta principal y bajocubierta) de entramado de madera. La estructura superior se apoya, en las paredes laterales de la planta baja y en la fachada, en dos columnas dóricas de orden toscano que conforman el espacio del zaguán. Estos elementos arquitectónicos ofrecen un detalle decorativo a una construcción de otro modo muy sobria.

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