3. Casco histórico de Hondarribia (Hondarribia)
ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN
Una villa pujante y fronteriza
Hondarribia fue una de las primeras villas guipuzcoanas en recibir el fuero real (1203), lo cual da muestra del dinamismo que presentaba el asentamiento ya en un momento temprano. El comercio en el Golfo de Bizkaia y la caza de la ballena (actividad que ilustraba el sello medieval de la villa) parecen haber sido los factores que provocaron un crecimiento que hizo patente la necesidad de regular las actividades de los vecinos.
Tal y como era frecuente en las villas medievales, el núcleo urbano de Hondarribia se rodeó con una cerca. A pesar de que la población apenas sufrió ninguna contienda bélica durante la Edad Media, los albores del Renacimiento trajeron una nueva coyuntura a la frontera del Bidasoa. Las hostilidades entre Castilla, primero, y España después, con Francia a partir de 1475, provocaron la necesidad de reforzar la protección de la ciudad y adaptar estas defensas a las nuevas formas de la guerra. Hondarribia contuvo una invasión francesa en 1476, pero no así la que protagonizaron las tropas franco-navarras en 1521. Durante el siglo XVI se continuó con la reforma de estas defensas, de forma que la villa fue capaz de detener a las tropas de Luis XIII de Francia en 1638. Tras la toma de la villa por la Convención revolucionaria francesa en 1794, las fortificaciones de la villa sufrieron un progresivo desmantelamiento, aunque sin que éste se tradujera en un arrasamiento total de las mismas. En todo caso, durante toda esta etapa, Hondarribia constituyó una población de importancia, inmersa en el tráfico comercial internacional, una riqueza que dejó huella en la su arquitectura.
Una población monumental
Los recientes trabajos de investigación, rehabilitación y puesta en valor de las infraestructuras defensivas de Hondarribia han permitido que en la actualidad sea posible conocer y recorrer este patrimonio. En el vértice sur de la villa se ubica la puerta de Santa María. Hacia la el oeste, siguiendo la muralla medieval, nos encontramos el baluarte de la Reina, imponente construcción de planta romboidal levantada en el siglo XVI. En la parte noroccidental de la villa se encuentra la puerta de San Nicolás, guardada por el baluarte de Leyva. En la parte este, la que se enfrenta hacia el estuario del Bidasoa, aparece defendida de forma natural por un importante escarpe o barranco, que no por ello se dejó de fortificar.
En esta parte destacaremos, sin duda, dos de las joyas arquitectónicas que se enclavan en la parte vieja de Hondarribia. En primer lugar, la iglesia de Nuestra Señora del Manzano, parroquia de la villa, comenzó a edificarse a fines del siglo XV en la forma que conocemos actualmente. De estilo gótico tardío, posee una planta de tres naves rematados en otros tantos ábsides poligonales. Destacan sus bóvedas de crucería de diversos tipos, la puerta tardogótica norte y, la más monumental, al oeste, de estilo renacentista. El carácter defensivo le es otorgado por el paso de ronda que atraviesa su triple ábside.
Por otro lado, prácticamente lindante con la iglesia, encontramos una gran plaza limitada por pintorescas casas de época moderna y, sobre todo, por un imponente palacio-fortaleza, conocido como Castillo de Carlos V. Heredera de una fortaleza ya existente en 1200, contaba con un espacio para los soldados y otro, noble, para el capitán general y sus invitados. Destaca el escudo imperial que domina la entrada, cuyos detalles nos revelan el momento de su construcción, a mediados del siglo XVI.
La villa cuenta con innumerables ejemplos de patrimonio arquitectónico de la Edad Moderna. Resaltamos por su monumentalidad la Casa Consistorial, la casa Casadevante y el palacio Zuloaga en la Calle Mayor, pero se pueden encontrar otras perlas de la arquitectura, en piedra y también en madera, que nos sitúan en el momento histórico inmediatamente posterior al sitio de 1638, cuando fue preciso acometer la reconstrucción de gran parte de sus edificios, destruidos por el asedio.