Departamento de Cultura y Política Lingüística

39. Casco Antiguo Zumaia y arrabales (Zumaia)

ETAPA 3: ZARAUTZ • DEBA

Victoria frente a las ambiciones señoriales

Las primeras menciones documentales relativas a Zumaia son anteriores a su fundación. En el farrallón rocoso donde se asienta contaba ya con un molino de mareas (sus muelas eran movidas por la acció del mar). A comienzos del siglo XIII el Hopistal de Roncesvalles se hacía con el control de esta infraestructura estratégica. Mientras tanto, al igual que en poblaciones cercanas como Getaria o Mutriku, las actividades marítimas, como la pesca, la caza de la ballena y el comercio estarían viviendo un momento de auge.

La riqueza y el desarrollo generados por estas actividades motivaron dos procesos paralelos que influyeron de manera decisiva en la activación del proceso fundacional de la villa. Por una parte, despertaron la codicia señorial por incrementar sus fuentes de ingresos y rentas, aplicados sobre los zumaiarras que participaban en aquellas actividades. En este caso, fue la principal entidad señorial establecida en Zumaia, es decir, el Monasterio de Roncesvalles, la que protagonizó estas iniciativas. Concretamente, en 1292 Roncesvalles conseguía que el rey Sancho IV de Castilla le donara el patronato del monasterio o iglesia parroquial de Santa María de Zumaia. Por otra parte, al incremento del poder económico y de la influencia política de los pobladores de la aldea de Zumaia se le sumó el descontento provocado por la avaricia y los abusos señoriales. Todo ello motivó que en pocas décadas pusieran en marcha un proceso de institucionalización, mediante negociaciones y alianzas, que culminaría en la obtención del villazgo en 1347.

Por una parte, podemos deducir que los pobladores de Zumaia establecieron acuerdos con los de las aldeas de Artadi y Oikina, para sumar sus esfuerzos en pos de la constitución de la villa. Por otra, en 1346 establecieron otro acuerdo con el Monasterio de Roncesvalles que se materializó en un censo enfitéutico por el que el Monasterio cedía diversas tierras adscritas a la iglesia de Santa María (pronto cambiaría de advocación, adquiriendo el actual de San Pedro) a fin de edificar en las mismas la villa. Por fin, tras establecer estos acuerdos acudieron a la corte para obtener la fundación de la villa de Villagrana de Zumaia, bajo cuya jurisdicción quedarían las aldeas de Zumaia, Artadi y Oikina. Este acto contribuyó aún más al desarrollo de las actividades marítimas y como exponente del éxito económico de la nueva puebla, se desarrollaron extramuros los arrabales de Odieta, Arritokieta y San Telmo. En adelante, las actividades marítimas conocerían gran desarrollo en Zumaia, de manera que en el siglo XVI llegó a ser uno de los principales centros de construcción naval de Gipuzkoa.

Un paseo monumental

El casco histórico de Zumaia destaca por su planta triangular, distribuida en seis calles. En una de sus vértices se levanta la magnífica parroquia gótica de San Pedro, obra de los siglos XV y XVI. Esta magnífica iglesia de una única nave, techada con bóvedas de tracerías góticas, y dotada de una destacada torre-campanario a sus pies, contiene en su interior obras de gran valor artístico como la tabla flamenca de la capilla de Juan Martínez de Mendaro (1475), los trípticos flamencos de las capillas de Elorriaga y Sasiola y el retablo mayor renacentista obra de Juan de Antxieta.

A lo largo de las calles de la villa y de sus arrabales tendremos ocasión de disfrutar de diversos antiguos edificios, casas-torre y palacios, de diferentes épocas y estilos. En este sentido, destaca la torre de Ubillos, después transformada en palacio renacentista, de influencia castellana, con patio, galería en el cuerpo central y dos torres esquineras. El edificio original de inicios del siglo XVI aún perdura en la torre izquierda de la fachada, donde se observan ventanas lobuladas, aspilleras y una ventana conopial ampliada después. Sobre el portón de entrada del cuerpo renacentista podemos ver el escudo del linaje de los Ubillos.

Destacamos también el palacio de Juan de Olazabal, secretario de la corte de Felipe IV y Contador General de la Inquisición. Se construye en el siglo XVII, en su mayor parte con sillería arenisca y presenta una ordenación simétrica de los vanos. La puerta principal se encuentra a una altura y la fachada trasera a otra más baja, de forma que se accede directamente a la primera planta. Son subrayables las decoraciones que presenta el alero de la casa, así como los escudos de la fachada principal.

Es de mencionar, así mismo, el convento de carmelitas descalzas de San José, fundado en 1609 por Francisca de Labaien, donando para ello su propia casa. Destaca la sobriedad de la fachada, propia del estilo del que se dotaron los conventos carmelitas de la época. El cenobio guarda un Cristo Crucificado adscrito a la escuela romanista, propio del momento de constitución de la institución.

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