Departamento de Cultura y Política Lingüística

253. Boinas La Encartada (El Peñueco, Balmaseda)

Etapa 7B: BILBAO • BALMASEDA

La llegada de la industrialización a Balmaseda

El siglo XIX y la revolución industrial trajeron consigo una nueva era para la localidad de Balmaseda. Desde el siglo XVIII la villa venía viviendo un proceso de decadencia, dado que dejó de ser el punto comercial de referencia en la comarca, papel que había venido cumpliendo desde época medieval, al haberse abierto la nueva ruta comercial que pasaba por Orduña. Por si fuera poco, los conflictos bélicos acaecidos desde finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX (las guerras de la Convención y Napoleónicas y Carlistas) hicieron mella en la misma. A finales de ese siglo, no obstante, la creación del Ferrocarril del Cadagua en 1888, que unía las localidades vizcaínas de Zorrotza y Balmaseda con el objetivo de facilitar la explotación minera de la zona, supuso un importante empuje para esta última. Provocó su resurgimiento al introducirla dentro del importante proceso de industrialización que se estaba viviendo en Bizkaia. Fueron varias las industrias de destacada importancia que se implantaron en la localidad, tales como Boinas La Encartada o la fábrica de muebles Mariano Murga Tamayo.

Conjunto fabril de Boinas La Encartada

La fábrica textil de Boinas La Encartada se creó en el año 1892. Respondía a la iniciativa del indiano Marcos Arenas y de otros cuatro comerciantes, que constituyeron en Bilbao una sociedad anónima cuyo objetivo fue el de dedicarse a la hilatura y confección de todo tipo de género de lanas, estableciendo como producto principal la manufactura de boinas. La fábrica fue erigida fuera del núcleo de Balmaseda, en el barrio de Peñueco, en unos terrenos que la sociedad adquirió a unos 2km de la villa. La fábrica fue ampliándose con los años abriendo nuevas líneas de producción como la fabricación de mantas y paños, llegándose también a producir guantes, bufandas, visera y pasamontañas, hasta completar el conjunto que conocemos hoy.

La fábrica vivió su período de esplendor entre los años de 1910 y 1936, en el que alcanzó su mayor extensión productiva y se mantuvo en funcionamiento hasta su clausura en el año 1992, cuando cumplía cien años de su fundación. La Encartada echó el cierre manteniendo casi la misma fisonomía y tecnología con la que fue dotada en sus inicios por los fundadores.

La fábrica se compone de tres cuerpos anexos. El cuerpo central que es el más antiguo (1892) es donde se centra el núcleo del proceso productivo y el lugar en el que se ubican los principales ejes motores y espacios de trabajos de gran amplitud. Presenta una planta rectangular y está compuesta por cuatro naves idénticas con cubierta a dos aguas, conformadas por quince tramos y cerchas de madera. De dos alturas en la primera planta se encuentra la sección de hilatura y tejido. La fachada oeste, que da al canal de agua que va adosado al edificio a través del cual se obtenía la energía suficiente para el funcionamiento de las máquinas, presenta una menor altura. Dicho canal proviene de la presa que existe sobre el río Cadagua.

Adosado al cuerpo central de la fábrica por su lado Este se encuentra un edificio lateral de mayor altura, que presenta una planta baja y dos pisos. Este edificio construido en 1908 está formado por dos crujías y posee una cubierta que también se sostiene mediante cerchas de madera.

Y por último y cerrando el conjunto, se encuentra un tercer edificio anexo a los dos anteriores de manera transversal por su lado norte. Construida entre 1892 y 1900 constituye la fachada principal de la fábrica y por donde se accede a la misma. De planta rectangular, posee tres alturas y una cubierta a cuatro aguas. En el primer piso se ubicaban las oficinas y la segunda estaba destinada a vivienda. En esta última destaca una terraza cubierta que se ubica en el lado este del edificio. Adjunta se encuentra una pequeña nave en la que se guarda una turbina y un regulador. Las fachadas de este bloque y su anexo edificios presentan las mismas características, están pintadas de blanco y sus vanos con arcos rebajados están recercados con molduras planas azules.

Sin embargo, el conjunto fabril no se limitaba únicamente al edificio de producción, ya que se completaba con las casas destinadas para los obreros de la fábrica. Constituía una pequeña colonia que llegó a contar con una capilla-escuela dedicada a la Virgen de Guadalupe. Dichas casas estaban dotadas de importantes y modernas comodidades como cocinas de chapa de fuego directo, suministro de agua corriente y retrete. Junto al edificio trasversal se ubica la denominada Casa de la plazuela (1892-1894) que albergó doce viviendas y los comedores de la fábrica.

Finalmente, decir que quizás el elemento de mayor valor que guarda La Encartada es su maquinaria, que se ha conservado de manera casi intacta. De origen mayoritariamente inglés, procede de finales del siglo XIX y comienzos del XX. A través de ellas se puede conocer el proceso productivo en su totalidad desde la llegada de la materia prima a la fábrica hasta el empaquetado del producto y su salida. Un conjunto tecnológico conservado en muy buen estado que lo hace único.

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