En contraposición geográfica y climatológica, el área mediterránea nos ofrece ese otro condimento complementario y variado en sus celebraciones festivas.
Primeramente, la Rioja alavesa, unida culturalmente a otros pueblos cercanos. En sus fiestas patronales, entre la primavera y el verano, en su máximo apogeo vacacional, confluyen las procesiones y rituales.
En Iekora, en la fiesta de Santo Domingo la Danza de la Virgen de la Bercijana o de la Cadena, se ejecuta ante la imagen y a lo largo del trayecto entre iglesias. En Biazteri, por San Juan, con la tremolación de la bandera local y la Danza de los Ramos. En Eltziego, en la festividad de la Virgen de la Plaza en septiembre con El Árbol, Cuatrocalles y la Jota. O en Oion, en pleno invierno, la Danza de los Patronos y el singular Revolcón del Cachi. Consiste éste en el ondeo de la bandera municipal, debajo de la cual un personaje denominado Cachi, vestido con un traje cercano a lo arlequinado, se desplaza revolcándose por el suelo.
En la mayoría de las danzas de esta zona aparece este personaje, con indumentaria bufonesca bajo los nombres de Cachimorro, Cachirulo o Cachibobo y/o el Bastonero. Personaje encargado de dirigir y marcas las evoluciones o de divertir a la gente, según el caso.
La otra comarca, la Erribera navarra, se corresponde con la influencia ejercida hacia los pueblos de su alrededor. En localidades como Kortes, Fustiñana, Ablitas, Monteagudo, Murtxante, Ribaforada o Buñuel, el Dance o Paloteado, conjunción de función teatral versificada y danzas, relevantemente histórico, recuerda ciertos elementos de origen medieval: El Rabadán, el Mayoral... las danzas de arcos, cintas y palos.