Cambio climático. Elementos clave
El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado. Existe un consenso entre la comunidad científica de que desde 1850 la principal razón del cambio climático actual está asociado a las actividades de producción y hábitos de consumo de las personas. En el pasado han existido otros cambios climáticos, como por ejemplo las glaciaciones, pero por causas naturales. Lo relevante en este caso es que es el ser humano el que con sus actividades está modificando el clima, y lo que es más importante, que la velocidad de cambio es más rápida que en cualquier otro cambio climático histórico conocido, lo que puede provocar consecuencias inesperadas, tal como concluye el 5º Informe del IPCC.
La Convención Marco de las Naciones Unidades sobre el Cambio Climático (CMNUCC), formada por gobiernos de 194 estados, define el cambio climático como “una alteración de clima atribuida directa o indirectamente a la actividad humana que modifica la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos comparables”.
El balance radiativo de la Tierra es el equilibrio entre la energía que entra en la Tierra desde el Sol y la energía que sale de la Tierra, bien reflejada, bien emitida por la Tierra en el espectro infrarrojo. En este balance, los gases de efecto invernadero que se encuentran en la atmósfera de forma natural juegan un papel clave, absorbiendo parte de la radiación infrarroja emitida por la Tierra y devolviendo una fracción a la baja atmósfera. Sin la presencia de estos gases en la atmósfera, la temperatura media de la Tierra sería de -18ºC, en lugar de la temperatura de 15ºC de la que disfrutamos.
Sin embargo, la fuerte dependencia de las energías de origen fósil (petróleo, gas natural, y carbón) y los procesos de deforestación, han incrementado la concentración de estos gases de efecto invernadero, alterando el balance radiativo y generando el cambio climático.
Existen siete gases con efecto invernadero que están regulados en la normativa internacional en materia de cambio climático (Protocolo de Kyoto).
- El dióxido de carbono (CO2) es el más común. Este gas es característico de los procesos de combustión y de algunos procesos industriales específicos de la industria de los minerales, de la industria química y de la industria de los metales.
- El metano (CH4), es un gas característico de la descomposición de materia orgánica y de la ganadería. El metano tiene un mayor impacto unitario sobre el cambio climático, de hecho, un kilogramo de metano equivale a 30 kilogramos de CO2.
- El monóxido de dinitrógeno (N2O) es un gas asociado al uso de fertilizantes en la agricultura, a la gestión del estiércol en la ganadería, y a algunos procesos industriales. La emisión de un kilogramo de este compuesto equivale a 265 kilogramos de CO2.
- Los gases fluorados (divididos en las familias de hidrofluorocarbonos, hexafluoruro de azufre y perfluorocarbonos) son gases que se utilizan como refrigerantes, en la extinción de incendios o como aislantes eléctricos. Su emisión se produce bien en los puntos de consumo, bien en los puntos de producción. Su impacto unitario sobre el cambio climático es el más elevado, estando en el orden de miles de veces el impacto del CO2.
En el año 2012 se decidió incluir también el trifluoruro de nitrógeno (NF3), un gas generado en microelectrónica y en la producción de pantallas de cristal líquido.
A nivel internacional se ha establecido el objetivo de limitar el aumento de temperatura a menos de 2º C. Para conseguir esto sería necesario evitar que la concentración de CO2 en la atmósfera supere las 450 partes por millón. En 2014 se alcanzaron ya las 400 partes por millón.
Los acuerdos internacionales de cambio climático se basan en el principio de responsabilidad compartida pero diferenciada. Es decir, todos somos responsables, pero no en la misma medida.
La Convención Marco de las Naciones Unidades sobre el Cambio Climático hace caer la carga más pesada de la lucha contra el cambio climático sobre los países industrializados, ya que son ellos la fuente principal de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, en el pasado y en la actualidad. Se pide a estos países que hagan todo lo posible por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y que aporten la mayor parte de los recursos necesarios para los esfuerzos que se deban realizar en otros lugares.
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