Departamento de Salud / Igualdad, Justicia y Políticas Sociales

El potencial de la longevidad: enfoque de ciclo vital y liderazgo intergubernamental

Fecha de publicación: 

Salud; Igualdad, Justicia y Políticas Sociales.Equipo sociosanitario

Mujer mayor voluntaria colaborando con la atención a personas con discapacidad

Mujer mayor voluntaria colaborando con la atención a personas con discapacidad

El International Longevity Centre (ILC) publica una colección de propuestas destinadas no solo a mejorar la vida en la vejez sino a crear vidas mejores a lo largo de todo el ciclo vital. Con estas trata de lograr una vida sana para las personas que, con un sustento económico adecuado, permita el disfrute y la realización de actividades significativas por parte de estas en el seno de las familias y comunidades que las sustentan y a las que contribuyen para lograr unas vidas mejores y más longevas.

El documento parte de la constatación de que los cambios producidos en las últimas décadas en lo que a composición de la población y esperanza de vida se refiere, han de acompañarse de una transformación de las políticas públicas que afectan a todos los ámbitos de la vida de las personas. Se trata de lograr que todas puedan disfrutar del trabajo, del aprendizaje, del ocio, etc. durante su ciclo vital, y que las tecnologías sean un apoyo en ese desarrollo y en la contribución como personas a la sociedad evitando la destrucción del planeta. Para ello, desde el ILC se invita a una toma de decisiones adecuada, orientada a:

  • Abordar las actitudes discriminatorias por edad y las narrativas negativas sobre lo que comporta vivir más tiempo.
  • Proteger la salud a lo largo de toda la vida, invirtiendo en salud preventiva y abordando las desigualdades.
  • Apoyar ingresos dignos para todas las personas durante toda la vida, incluida la jubilación, ayudando a estas a permanecer económicamente activas durante más tiempo y tomando medidas para la prevención de la pobreza.
  • Construir comunidades que permitan contribuciones económicas y sociales.

Contexto sociodemográfico

El informe señala que, en Reino Unido, al igual que en otros países europeos, el aumento de la esperanza de vida ha crecido y crece en paralelo a otros fenómenos sociales vinculados al envejecimiento de la población, a la disminución de personas en edad de trabajar, al descenso de la natalidad y a la reducción del número de hijos/as.

La sociedad envejece al tiempo que aumentan la longevidad de la población, lo que implica un incremento de los costes para los estados de bienestar, con crecimiento del gasto en pensiones, por el aumento del coste de la atención sanitaria (a veces de forma más elevada que la propia inflación), por 

crecimiento de la demanda de atención sanitaria (en parte por el aumento de la mala salud de la población) y por el alza del coste de las innovaciones sanitarias.

Las dificultades para garantizar a futuro la sostenibilidad de las pensiones en Reino Unido lleva al ILC a argumentar que:

  • Para que las generaciones futuras tengan el mismo número de años de jubilación que las generaciones anteriores, se precisa aumentar la edad de jubilación estatal a 68 años para 2041 (entre dos y cuatro años antes de lo previsto actualmente).
  • Mantener una proporción constante entre personas que trabajan y personas con derecho a recibir la pensión estatal implica aumentar la edad de jubilación estatal a 68 años en 2031, 69 años en 2034 y 70 años en 2040.
  • Para que las personas pasen un tercio de su vida adulta jubiladas, la edad de jubilación estatal tendría que aumentar a 67 años en 2040.
  • Y para aumentar la edad de jubilación, de acuerdo con los aumentos de la esperanza de vida, sería necesario que esta fuera de 68 años para 2032, 69 para 2038 y 70 para 2042.

Sin embargo, el ILC subraya en su estudio que, dadas las desigualdades actuales existentes en Reino Unido en cuanto a la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable de su población, cualquier variación al alza en la edad de jubilación que se base en promedios podría provocar un agravamiento de las desigualdades (también las desigualdes sociales en salud) en determinados grupos de población. En esta línea, se constatan enormes variaciones en la esperanza de vida y en la esperanza de vida saludable de una comunidad a otra. Demasiadas personas ven su vida laboral truncada por actitudes discriminatorias por razón de edad, particularmente en la contratación, o porque las empresas empleadoras no pueden satisfacer sus necesidades y responsabilidades de salud y/o cuidados. También demasiadas viven en barrios donde no pueden acceder a servicios necesarios, allí donde las oportunidades son pocas y donde no experimentan sentimiento alguno de pertenencia.

El estudio plantea varias líneas de actuación que comportan pensamientos, acciones e inversiones a largo plazo, de manera que se tomen decisiones que los horizontes políticos no acostumbran a considerar, y que se gaste el dinero para lograr beneficios solo perceptibles tras varias décadas de trabajo: aumentando la edad de jubilación; realizando inversiones en intervenciones sanitarias preventivas; o reformando la asistencia social, entre otras medidas. De lo contrario, se prevé un aumento de la pobreza de las personas perceptoras de pensiones, un estancamiento de la esperanza de vida ascendente y una ampliación de las desigualdades sociales.

Tras un análisis de las políticas pasadas fracasadas y de la evidencia disponible, el ILC formula una serie de soluciones a poner en marcha que, en general, contrastan y rechazan el pensamiento dominante actual de lo que significa una sociedad que envejece para aprovechar lo que se denomina el “dividendo de la longevidad”, es decir, las oportunidades sociales y económicas que acompañan a la longevidad y al envejecimiento saludable. Actualmente son escasos los modelos que abordan los costes del envejecimiento y que consideran la posibilidad de que una población mayor, más activa económicamente, podría contribuir al crecimiento económico en lugar de suponer costes. Así, en los países que más invierten en salud, incluida la prevención de enfermedades, las personas mayores trabajan, son voluntarias y realizan un mayor consumo de bienes.

Por tanto, el estudio propone repensar cómo abordar los desafíos de una sociedad que envejece y mejorar y capitalizar las capacidades de la población de modo que se aprovechen al máximo las vidas largas con políticas públicas enfocadas al conjunto de esta y no solo a la vejez (o lo que es sinónimo: políticas para personas mayores).

A la luz de este cambio de enfoque, el documento reflexiona sobre desafíos diversos como la esperanza de vida y la esperanza de vida libre de discapacidad; la trayectoria laboral en una vida longeva; cuestiones de movilidad relacionadas con la edad (existencia de recursos e infraestructuras, condiciones de acceso, etc.); el reto del consumo de bienes accesible en cada etapa de la vida; la necesidad de realizar actividades significativas (y los obstáculos para ello) que dan sentido a la vida de cada persona; la seguridad financiera para desarrollar una vida plena; el desafío de avanzar en la adecuación de viviendas para promover vidas longevas, saludables e independientes; la existencia de comunidades poco conectadas y en las que el deterioro de las relaciones sociales propicia la soledad; la redefinición del modelo de cuidados, más allá de los apoyos de amistades y familia; o el desafío de construir y mantener relaciones sociales duraderas (que suponen fundamento identitario y apoyo emocional y práctico) en vidas longevas.

Para ello, el documento defiende que la estrategia de abordaje ha de fundamentarse en:

  • Comprender la diversidad y el efecto de las desigualdades sociales y plantear flexibilidad con lo qué se hace y cuándo, ya que no todas las personas tendrán la misma experiencia de longevidad. Aunque muchas personas puedan alcanzar los 100 años de vida, para algunas esto no sucederá: la vida será demasiado corta.
  • La edad es solo un número y cada vez más una guía inútil para saber qué haremos y cuándo. Por lo tanto, delimitar la sociedad según líneas de edad carece de sentido.
  • La discriminación por edad no sirve a los intereses de una sociedad que envejece: no es útil subestimar a las personas más jóvenes o las mayores; o aferrarse a la idea de “edad laboral”, que cada vez es más irrelevante.
  • Se debe fomentar que el proceso normal de envejecimiento se produzca a plena vista y aceptar las adaptaciones a las formas en que las personas cambian a lo largo de sus vidas.
  • Y el dinero importa: se deben construir bases sólidas para la salud física, social, emocional y financiera de las personas a lo largo de sus vidas.

Y para acometer mejor el desafío del envejecimiento en Reino Unido el ILC propone:

  • Acordar un nuevo contrato social para una sociedad que envejece entre el Estado y personas de todas las generaciones. Esto debería ser desarrollado en colaboración con personas de todas las edades, con un claro establecimiento de derechos y responsabilidades mutuas.
  • Introducir un nuevo comité parlamentario transversal para evaluar las iniciativas, políticas y programas, de los departamentos gubernamentales y de los organismos públicos no departamentales que se ocupan de la longevidad con el objetivo de maximizar el dividendo de la longevidad.
  • Designar un grupo interministerial intergubernamental orientado a las generaciones futuras para considerar el cambio demográfico, las implicaciones del cambio tecnológico y la sostenibilidad ambiental en un horizonte de largo plazo. Para ello, el ILC considera clave contar con un presupuesto para desarrollar políticas y estrategias en todo el gobierno y para llevar a cabo investigaciones y pruebas piloto.
  • Garantizar que todas las comunidades locales sean comunidades para todas las edades, con personas de todas las edades y en todas las etapas de la vida, con posibilidad de participar en la gestión y desarrollo de este cambio de paradigma.
  • Garantizar que las autoridades locales tengan financiación y poder para tomar medidas con las que lograr lugares en los que vivir una larga vida.
  • Establecer paneles ciudadanos para trasladar propuestas sobre las realidades del envejecimiento de la sociedad directamente al Parlamento, con el mandato explícito de revisar las tendencias demográficas más allá de 20 años y garantizar la adecuación de las políticas al largo plazo.

En definitiva, se trata de alcanzar el final de vida que cada persona desea en un marco de trabajo en el que la longevidad ha de convertirse en una responsabilidad social, que exige liderazgo y respuesta intergubernamental para planificar el cambio demográfico y el diseño de una agenda integral que aborde el envejecimiento, más allá de las políticas para personas mayores.

El International Longevity Centre (ILC, Centro Internacional para la Longevidad) es un laboratorio de ideas integrado en una red de centros de investigación sobre longevidad. Es referente en el estudio del impacto de la longevidad y el envejecimiento, y sus expertas/os exploran soluciones de respuesta a los retos que estos fenómenos demográficos plantean.

Si desea ampliar esta información, puede acceder a los contenidos del informe “Cien no es el final. Una hoja de ruta para vidas longevas” (One hundred not out. A route map for long lives, 2024) publicado por el ILC.