Departamento de Cultura y Política Lingüística

5. Santuario de Loiola (AZPEITIA)

ETAPA 1: LOIOLA • ZUMARRAGA

El máximo exponente del poder e influencia de Gipuzkoa

La casa-torre de Loiola fue la fortaleza principal del linaje de Parientes Mayores de los Oñaz-Loiola, uno de los cabecillas del bando Oñacino, enfrentados a los Gamboínos en el transcurso de la centenaria Guerra de Bandos que acabaría a partir de 1456. Ese año el ejército real acudía en socorro de las Juntas Generales de la Provincia y derrocaba las principales torres banderizas de Gipuzkoa, entre ellas la de Loiola. Desmochada hasta la primera planta, las restantes alturas se reconstruyeron en ladrillo a consecuencia de la prohibición regia de volver a construir torres de piedra. En esta castrada torre nacería en 1491 Íñigo López de Oñaz y Loiola y en ella, convaleciente de una grave herida de guerra, protagonizó su “conversión”, es decir, su abandono de la vida y glorias caballerescas a favor de una vida dedicada a Dios. Más tarde vendrían la fundación en 1540 de la Compañía de Jesús, la orden de los Jesuitas, y su fallecimiento en Roma en 1556. La orden conoció una rápida expansión llegando a ser la más poderosa de la Cristiandad.

Desde fines del siglo XVI la Provincia de Gipuzkoa promovió la canonización de San Ignacio y en 1609 se consiguió que fuese beatificado. La Provincia junto con la Compañía de Jesús prosiguieron con sus gestiones para alcanzar el objetivo deseado. Así en 1620 fue designado patrono de Gipuzkoa y dos años más tarde se alcanzó la canonización. Acto seguido, la Provincia solicitaba al General de los Jesuitas la obtención de la confirmación papal del nombramiento de San Ignacio como su patrono, el envío de una reliquia del santo para instalarla en la “cámara santa” de Loiola y el traspaso de la propiedad de la “santa casa” a manos de la Compañía de Jesús, para que se transformara en un santuario. Este último deseo no se alcanzaría hasta que en 1682 sus propietarios, los marqueses de Alcañices, cedieran la casa a la reina doña Mariana de Austria, quien, a su vez, la traspasó a la Compañía de Jesús. Establecidos los jesuitas en Loiola, el arquitecto italiano Carlo María Fontana diseñó el grandioso edificio del santuario que comenzó a construirse en 1689. La iglesia se inauguró en 1738, aunque la construcción del resto del edificio no concluyó hasta 1888. El santo y el santuario eran para Gipuzkoa los máximos exponentes de su poder e influencia. Al igual que sucedía con los propios jesuitas, los guipuzcoanos extendían sus actividades marítimas y comerciales por todo el mundo y ocupaban altos cargos en la dirección de la Monarquía Española y su enorme imperio colonial. Como ejemplo de la significación de Loiola, en 1758 la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas mandó hacer en plata la magnífica figura de San Ignacio del altar mayor de la basílica.

Una grandiosa custodia para la Casa Santa

El santuario barroco abarca en su interior a la casa-torre de los Loiola, a la Casa Santa, a manera de custodia o relicario. El enorme edificio de un área de casi 12.000 m2, asemeja en su planta a la figura de un águila (alusión a la casa real de Habsburgo), ocupando su cuerpo la iglesia, su cabeza y pico la portada, sus alas el seminario y la Casa Santa y la cola el refectorio y otras dependencias. Dispone de tres patios rectangulares, las de las alas dotadas de sendas escaleras imperiales, es decir de gran tamaño y dotadas de varios tramos para comunicar verticalmente sus plantas. La iglesia, de planta circular está coronada por una impresionante cúpula de 65 m de altura, decorada en su interior con representaciones de las virtudes y los escudos reales de los Habsburgo y Borbón. Se accede por la grandiosa escalinata a través de los tres arcos de la portada semicircular. El altar mayor (1757), diseñado en estilo churrigueresco por Ignacio de Ibero, está construido en mármol con la técnica de la taracea (incrustaciones de mármoles de colores).

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