La segunda ruta en Gipuzkoa es la de Urola Costa. Comienza en Zumaia, en cuya iglesia se encuentra la única obra que se conserva en Gipuzkoa, completa y documentada, de Juan de Anchieta, prestigioso escultor vasco relacionado con los mejores artistas del momento y con las corrientes artísticas más novedosas. Este retablo romanista fue ejecutado entre 1574 y 1577; su policromía, algo posterior, potencia los valores plásticos de la imaginería, siendo reseñable la disposición de pequeñas escenas pictóricas ejecutadas a punta de pincel tanto en el banco como en el zócalo de primer cuerpo y en la caja que alberga la talla de San Pedro. También, en este mismo templo contamos con el retablo de San Antón, considerado como un paradigma de la transición desde el gótico hasta el renacimiento. Constituye, además, una de las tipologías de tríptico más completa de todo el País Vasco ya que combina escultura y pintura y que tiene su exponente más valioso en los registros pictóricos que se localizan en las puertas de cierre del retablo.

En Azpeitia podemos contemplar el Retablo Mayor de la Iglesia del Santuario de Loiola. Se trata de un retablo Barroco (churrigueresco y rococó), de carácter excepcional tanto por el uso de materiales nobles: mármoles, jaspes y alasbastro, como por el diseño ya que se considera una de las mejores trazas de Ignacio de Ibero. Destaca también por la soberbia ornamentación que cubre el mueble y por su labor escultórica, siendo especialmente reseñable la figura del santo titular, San Ignacio de Loyola, realizada en plata. Además de este retablo, en el antiguo oratorio de la capilla de la Casa de Loiola, se encuentra un pequeño retablo de comienzos del siglo XVI que constituye uno de los exponentes más relevantes de muebles litúrgicos del gótico final de nuestra Comunidad Autónoma. En él sobresale la tabla de la Asunción por su antigüedad y su filiación flamenca.

En este lugar se visita el Retablo Mayor, dedicado a Santa Clara. Es uno de los primeros desarrollos acordes con los nuevos principios rococos, constituyendo un temprano ejemplo de retablo cascarón en el País Vasco. El interés también viene dado por su aspecto arquitectónico, avalado además por la talla del arquitecto que realizó el diseño, Ignacio de Ibero. Su construcción se puede situar entre 1740 y 1742, siendo la policromía de las imágenes coetáneas a su realización, mientras que la labor de dorado y policromía de la arquitectura del retablo es bastante posterior a la ejecución de la obra.