En Gipuzkoa, la primera ruta se inicia en el Alto Deba, en Bergara. Allí, en la Parroquia de Santa Marina de Oxirondo se puede contemplar uno de los hitos de la retablística rococó del País Vasco. La responsabilidad de esta obra recayó en el genial tracista guipuzcoano Miguel de Irazusta, un maestro educado en la Corte y familiarizado con los gustos que se imponían en Europa.

En Oñati, lugar donde la riqueza artística y escultórica es sobradamente conocida se visitan cuatro magníficos ejemplos de la retablística renacentista y barroca. El más antiguo es el retablo de la Piedad en la parroquia de San Miguel. Constituye tanto por su excelente calidad artística como por su magnitud un magnífico ejemplo de la etapa renacentista, sobresaliendo el riquísimo estofado de las figuras. En esta misma parroquia se encuentra el Retablo Mayor, churrigueresco (barroco, siglo XVIII), que sobresale por su diseño arquitectónico, ejecutado por el maestro arquitecto Juan Bautista de Suso. Después, en la Universidad de Oñati nos acercamos al retablo de la capilla del Sancti Spiritus que por sus características formales es uno de los retablos más interesantes del primer renacimiento vasco, con algunos rasgos que preludian un cambio de estilo hacia formas más manieristas, destacando especialmente por su decoración y rica policromía. Su ejecución se atribuye a Pierre Picart.

Por último nos encontramos frente al Retablo Mayor de la iglesia del convento de la Santísima Trinidad de Bidaurreta. Se trata de uno de los diseños arquitectónicos más espectaculares de la retablística vasca, con una concepción escenográfica muy efectista y dinámica. Representa a su vez un magnífico exponente del retablo barroco (rococó) en Gipuzkoa, realizado entre 1751 y 1753.