Artziniega-Quejana-Orduña
Artziniega: Santuario de Nuestra Sra. de la Encina
Esta ruta comprende el Valle de Ayala y la ciudad de Orduña. En el Valle de Ayala nos dirigimos a Artziniega para conocer el Santuario de la Encina que si bien guarda entre sus muros destacadas obras de arte, su Retablo Mayor posee un especial significado. Fechado en el primer cuarto del siglo XVI, destaca por su antigüedad, constituyendo dentro del marco de nuestra Comunidad una de las primeras estructuras de casillero y es, después del de Lekeitio, una de las más grandiosas y primeras manifestaciones de una estructura completa de mueble litúrgico. Aunque sometido a diversas intervenciones a lo largo de su historia, conserva en gran medida su policromía original que constituye un adecuado complemento pictórico para la exaltación de los valores escultóricos y estructurales del mueble. Esta característica de coetaneidad de su escultura, mazonería y policromía le otorgan la categoría de conjunto de gran testimonialidad estética.
A pocos kilómetros se levanta el bello conjunto monumental de Kexana, centro histórico del Valle de Ayala y solar del linaje que lleva su nombre.
Orduña: Iglesia parroquial de Santa María, Santuario de Nuestra Sra. de la Antigua
En Orduña, iniciamos la visita en la Iglesia Parroquial de Santa María en donde se encuentra, en la capilla de los Olaso, el Retablo de San Pedro, obra de estilo gótico-hispanoflamenco del primer cuarto del siglo XVI (1500-1510), de autor desconocido. Este retablo conjuga elementos claramente góticos, que se reflejan en los detalles decorativos, con propuestas de carácter renacentista en la estructura y en las características compositivas y estilísticas de las esculturas. Constituye, además, un retablo-prototipo en todos los ámbitos que conforman la obra: el estructural, el escultórico y el pictórico.
Después, en Santuario de la Antigua contemplamos el Retablo Mayor, neoclásico, ejecutado por Esteban Alegría entre 1804 y 1805 y que se integra perfectamente en el presbiterio diseñado por Alejo de Miranda, dentro de la más depurada concepción neoclásica. La imagen titular es una Andra Mari gótica, del siglo XIV, que aparece entre cuatro querubines. Tanto por su riqueza material como por su traza, por el tratamiento estilístico del ático y por esa perfecta conjunción con la arquitectura del templo, viene a representar una de las obras más destacadas del neoclasicismo vizcaino.