Departamento de Cultura y Política Lingüística

48. Poblado de la Hoya (LAGUARDIA)

ETAPA 6: SANTA CRUZ DE CAMPEZO • LAGUARDIA

Un poblado fortificado del primer milenio a.C

El poblado de la Hoya constituye uno de los yacimientos arqueológicos de la Edad de Hierro más destacados del País Vasco. Se trata de un yacimiento prerromano que fue habitado de manera continuada durante un milenio, desde el Bronce Final, hacia el (1.200 a.C.) a la II. Edad de Hierro (250 a.C.). Durante este primer milenio a.C. se dieron una serie de acontecimientos estructurales de vital importancia para la conformación de la población del territorio alavés: un gran desarrollo en la metalurgia y la producción cerámica; una potenciación de la ganadería y la implantación de una agricultura ceramista que conllevo a que algunos núcleos se convirtieran en importantes puntos de comercio; y la creación de núcleos habitables estables en las que se desarrolló un urbanismo que en algunos casos llegó a ser de gran complejidad estructural. El poblado de la Hoya viene a confirmar todo ello. De hecho, cumplió un importante papel en la organización territorial en el sur de Álava durante la Edad de Hierro y resultó ser un importante punto comercial. Es un tanto atípica su ubicación, dado que se halla en una zona llana que no cuenta con elementos naturales o geográficos de protección. Estaba habitado por gentes pertenecientes al pueblo de los berones que ocupaban esta parte del territorio.

Aunque el yacimiento arqueológico fue descubierto en el año 1936, no fue hasta la segunda mitad del siglo cuando se iniciaron las intervenciones arqueológicas sistemáticas (entre 1973 y 1989). Se llegó a excavar un área de 6.200 m² de un total de 54.000 que ocupa el yacimiento en su totalidad. Dichas intervenciones sacaron a la luz numerosos restos y materiales que nos han mostrado los modos de vida, las costumbres y creencias de estos habitantes de la Edad del Hierro.

El yacimiento arqueológico

Los restos que hoy son visitables corresponden a la última etapa de ocupación (en torno a los años 450-250 a.C.), previa al asalto que sufrió el poblado que conllevo su decadencia y posterior abandono. Se trata de su momento más álgido y de mayor esplendor, en la que adquirió su máxima extensión. El núcleo urbano se desarrolló en el interior de una muralla que la circundaba y su acceso principal se hallaba enclavado en la parte meridional. Muestra de ello es la base de las zapatas de dos torreones de planta cuadrangular que la flanqueaban que se encontraron. La entrada da acceso a una calle principal que recorre el núcleo urbano de sur a norte y después se bifurca, la cual está empedrada y ligeramente hundida en el centro para drenar el agua. Son visibles las huellas dejadas por los carruajes que circulaban por la misma. A los lados presenta aceras sobreelevadas para los peatones y para la exposición y venta de mercancías, los cuales se ubicaban al amparo de los aleros de las casas. Las casas se agrupan en manzanas y siguen el trazado de la calle. Adosadas las unas a las otras presentan muros medianiles y una planta cuadrangular. Estas se distribuyen en tres espacios: el vestíbulo, la parte central y el almacén.

En una de las plazas principales del núcleo se hallo un edificio singular que se diferencia del resto por sus dimensiones mayores, su distribución interna y por los ajuares encontrados en su interior.

La historia del poblado terminó de manera un tanto abrupta, ya que fue un ataque violento, que vino dada probablemente de la mano de un grupo rival, que generó un gran incendio que lo destruyó prácticamente en su totalidad en el siglo III a.C. Tras el ataque los supervivientes trataron de reconstruirlo y continuar su vida en el mismo, pero este jamás recobró el nivel que había alcanzado y poco a poco fue decayendo hasta que terminó por ser abandonado.

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