Departamento de Cultura y Política Lingüística

4. Parroquia de San Sebastián de Soreasu (AZPEITIA)

ETAPA 1: LOIOLA • ZUMARRAGA

Una parroquia para una nueva villa

La iglesia de San Sebastián de Soreasu, a pesar de no conocer aún detalles concretos sobre su origen, sería probablemente el templo de una aldea altomedieval. En el occidente europeo entre los siglos VIII y XII se produce una eclosión de pequeñas iglesias fundadas, bien en pequeñas poblaciones rurales preexistentes, bien en los nuevos asentamientos creados en ese período. El topónimo Soreasu podría hacer referencia a la aldea en cuyas inmediaciones se desarrolló la villa amurallada de Azpeitia y San Sebastián era el referente religioso de la comunidad de aldea.

En 1310, el rey Fernando IV de Castilla otorgó a los vecinos del valle la capacidad de erigir una puebla en Garmendia y los terrenos situados frente a la puerta del monasterio de Soreasu y, al año siguiente, les concedió el fuero de Vitoria y el propio templo, para garantizar el éxito de la villa. Apenas 40 años más tarde, a raíz de un pleito jurisdiccional, los vecinos de Azpeitia (llamada entonces Salvatierra) declararon que los límites de la villa coincidían con las de la parroquia de San Sebastián. Así, tenemos noticia de que el templo de la antigua Soreasu se erigió en el principal en detrimento del resto de pequeñas iglesias de las aldeas. Por tanto, la capitalidad política que se dio a la villa respecto a los barrios rurales se manifestaba también en lo religioso. Hacia 1511, la parroquia era la propietaria de una decena de pequeñas ermitas dispersas en toda la jurisdicción de la localidad.

Durante la Baja Edad Media la villa fue floreciendo y también lo hicieron numerosos linajes del valle. Una de las familias que mayor auge consiguieron fue la de los Loiola, que llegaron a obtener de manos del rey el patronato sobre la iglesia de San Sebastián en 1387. No obstante, esto no significó que en adelante otros linajes no pudieran establecer sus capillas mortuorias en ella y, así, la monumentalidad del templo da muestra del enriquecimiento que algunos notables consiguieron, bien en actividades económicas ligadas al comercio y a la actividad industrial, bien en el servicio político-administrativo o militar del Imperio hispánico y de la Iglesia católica.

Arte y arquitectura

El acceso a la parroquia se realiza a través de una plaza presidida por una excelente portada neoclásica construida en 1771 con jaspes y mármoles de las vecinas canteras de Izarraitz. Su diseño corresponde a Ventura Rodríguez y su construcción a Francisco de Ibero. El resto del edificio es de estilo renacentista, de planta de salón, con tres naves separadas por sobrias columnas de piedra caliza. El espacio interior se cubre mediante bóvedas vaídas de casetones, que en los laterales no llegan a ser completas. El conjunto se remata con una torre del campanario de planta cuadrada, coronado por un pináculo de estilo neogótico.

Su retablo mayor, de 1687, es barroco, plenamente ornamentado, presidido en la calle central por el santo que da su advocación a la iglesia y por un Cristo Crucificado en la hornacina inferior. El cuarto de naranja que lo corona aparece decorado con pinturas de Vicente Berdusán. La tabla fue construida por Juan de Apaeztegui, Martín de Olaizola y José de Echeverría.

El templo posee varias capillas laterales, entre estas destaca la que mandó construir Martín de Zurbano, obispo de Tuy, donde destaca el sepulcro tallado en estilo plateresco por Pedro de Alcega en 1520, que representa al prelado en actitud orante. Resulta remarcable también la que Nicolás Sáez de Elola, personaje azpeitiarra que destacó en la conquista de Perú, fundó en 1553 y consiste en un conjunto renacentista donde arquitectura y pintura se conjugan magníficamente. En esta última capilla se localizaron varios enterramientos, los más antiguos datados a finales del siglo XIII, así como dos moldes para la fundición de campanas.

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