Departamento de Cultura y Política Lingüística

11. Palacio de Ipeñarrieta (URRETXU)

ETAPA 1: LOIOLA • ZUMARRAGA

Un palacio para descanso de reyes

Desde su construcción, el palacio Ipeñarrieta nació con un propósito bien definido. Su ubicación junto al Camino Real era idónea para recibir a ilustres viajeros, siendo este uno de los motivos que impulsó su construcción. Ejemplos podemos citar muchos, pero quizás el más especial fue el que acogió en 1615 al Rey Felipe III con motivo de la entrega de una de sus hijas al Rey de Francia.

La construcción del palacio fue ordenada por Cristobal de Ipeñarrieta (1556-1612), Secretario y Consejero de Felipe III. Se edificó a partir de una construcción que lo precedió: el caserío familiar de los Ipeñarrieta. Esta práctica fue común gracias al progresivo prestigio de una nobleza financiera y burócrata guipuzcoana que amasó grandes fortunas en la corte entre los siglos XVI y XVIII. Gracias a ello, transformaron sus viejas torres urbanas o suburbanas en palacios campestres ligados más al disfrute del campo y culto a la naturaleza, idea, por otro lado, con claro origen renacentista. Los palacios se dotaron de grandes espacios ajardinados, ubicándose por lo general en aquellos lugares más periféricos de las villas medievales. Este modelo se aplicó de igual modo en las residencias de campo o también denominados palacios aislados, cuyo mejor ejemplo puede ser nuestro protagonista.

A pesar de su enorme belleza y singular traza, a día de hoy seguimos sin conocer el nombre del maestro arquitecto que realizó la composición de su diseño. Estamos seguros de que no fue uno cualquiera, ya que Cristóbal de Ipeñarrieta, dado su cargo y condición social, seguramente recurriera a alguno de confianza y cierto prestigio. También es igual de desconocido el maestro cantero o, dicho de otra forma, el autor que ejecutó el proyecto planteado por el arquitecto. Tradicionalmente se le atribuye a la figura de Martín de Besagoitia, vecino de Forua (Bizkaia).

El palacio que mandó construir Cristóbal de Ipeñarrieta se convirtió en un claro exponente de la arquitectura palaciega renacentista vasca, asentando así las bases de otros palacios que se construirían en su entorno posteriormente.

Un palacio renacentista

Su construcción se inició hacia el año 1605. Es de planta rectangular y dos alturas, más otra que consiste en una linterna que sobresale en el centro y que coincide con la caja de la escalera. Se diferencia claramente en dos partes: por un lado, la zona más noble que mira hacia el valle y, por otro lado, la zona pobre, que se esconde en los dos lienzos que miran hacia el monte Irimo. Esta división obedece claramente a una razón económica y constructiva, pero también esconde la idea de aparentar única y exclusivamente aquello que va a ser visible. Además, la construcción de la zona menos noble no solo abarataba los costes, sino que suponía una reducción considerable del tiempo de ejecución de la obra, ya que los materiales empleados eran de menor calidad y exigían un menor trabajo. Su construcción hubo de estar prácticamente terminada en torno a 1610.

En la planta principal se distingue un escudo labrado en mármol blanco de Carrara, que reza así: Soli Deo honor et gloria, es decir, el honor y la gloria solamente a Dios.

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