Derechos culturales
Los derechos culturales forman parte de la agenda internacional de las políticas culturales. En la última década se han producido notables avances por desarrollarlos, tanto en el seno de la ONU como en las esferas académicas, jurídicas y políticas. Son muchas las reflexiones en torno a los derechos culturales. Con lecturas coincidentes en lo esencial y diversas en su aplicación. Se ha progresado también en el terreno legislativo, con aprobaciones de leyes de derechos culturales en distintos estados iberoamericanos y en la Comunidad Foral de Navarra, la más reciente y cercana.
El tema interesa. Y lo hace porque, al tratarse de derechos fundamentales, obliga a hacer una mirada política de la cultura en su sentido más profundo, lo que conduce al desarrollo de políticas desde la conexión entre la cultura y valores como la libertad, la igualdad y la solidaridad. A partir de ese vínculo estrecho, porque es su finalidad la que hace que sean derechos fundamentales. Ese es el reto que entrañan. Y la dificultad para ejercerlos y garantizarlos.
Pero si esa es la cuestión sustantiva, no es un tema menor aclarar a qué se refieren, de qué tratan, de qué hablamos al mencionar los derechos culturales. Por suerte, el trabajo de los últimos años en el seno de la ONU ha contribuido a esclarecer los derechos englobados en esa categoría. Es necesario clarificarlos y concretarlos para poder aplicarlos, de lo contrario se quedarían en meras declaraciones y perderían su poder transformador. En este sentido, se requieren acciones positivas que contribuyan a respetar, proteger y hacer efectivos los derechos culturales. Este es el desafío actual en torno a ellos.
El informe tiene cuatro capítulos y un epílogo a modo de conclusión. En el primero se hace un breve repaso histórico a los derechos culturales. El segundo se dedica a definir el marco teórico: cómo se construyen, cómo se conciben y cuáles son sus fundamentos. El tercero se centra en el derecho a participar en la vida cultural, núcleo del conjunto de derechos. En el cuarto se aborda su aplicación en las políticas culturales. Se cierra con un decálogo que recoge los elementos fundamentales a tener en cuenta para que los derechos culturales puedan ejercerse. Es el primer informe que el Observatorio Vasco de la Cultura dedica a este tema. No obstante, otros estudios como los dedicados a la Cultura y sostenibilidad, a la Infancia como público cultural, a la relación entre Cultura y pobreza o al Valor público de la cultura completan la mirada que aquí se presenta en torno a los derechos culturales.
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