10. Iglesia de San Martín (URRETXU)
ETAPA 1: LOIOLA • ZUMARRAGA
La iglesia de una villa humilde
El 3 de octubre de 1383 Juan I otorgaba la carta puebla a Villarreal de Urrechua, actual Urretxu, y nombraba a varios peritos para que fijaran los solares en los que se construiría el caserío de la nueva población, de acuerdo con las medidas que se establecen en el texto. Esta mención a los agrimensores nos hace pensar que antes de la merced real no existía ningún núcleo en el lugar y, posiblemente, tampoco una iglesia.
Aunque fue una de las villas más modestas de Gipuzkoa, el aumento de población en ella parece ser un hecho para 1437, año en que el papa Sixto VI otorga a la parroquia de San Martín la licencia para crear 4 beneficios en ella. Este tipo de permisos fueron frecuentes en las parroquias guipuzcoanas a fines del siglo XV y se realizaban porque los ingresos que se percibían en concepto de diezmo eran suficientes para ampliar el número de clérigos fijos que atendían el culto. Al mismo tiempo, el aumento de los diezmos solía responder a un crecimiento demográfico. Sin embargo, si comparamos la parroquia de San Martín de Urretxu con la de la villa de Mutriku, ésta a lo largo del siglo XV contaba con 7 beneficios enteros y 2 medios y, Mondragón, con 6 enteros y 8 medios. Por lo tanto, a la luz de estas diferencias, podemos concluir que la villa a la que servía la parroquia que nos atañe contaba con una población bastante discreta.
Arquitectura y arte
A pesar de lo expuesto, la iglesia de San Martín poco tiene que envidiar a otras iglesias del entorno. Consiste en una iglesia de planta de salón (las tres naves comparten la misma altura) que fue construida a inicios del siglo XVI, en estilo renacentista, pero con una fuerte impronta gótica. Se halla erigida enteramente con piedra de sillería arenisca, lo que da cuenta de la fuerte inversión realizada en la iglesia. Una de las entradas al templo se ubica en el lado de los pies, bajo la torre del campanario (de 1720), y consta de un arco polilobulado con remate conopial, formado por dos arquivoltas. Es interesante la puerta de madera reforzada mediante una retícula de hierro. El arco de la fachada sur es apuntado y aparece rematado con una cruz incisa en la clave, la cual también presenta una inscripción en letras góticas dedicada a la Virgen.
Su interior resulta absolutamente peculiar, por un lado, por la gran anchura de la sala y lo bajo de las cubiertas. Por otro lado, actualmente las bóvedas están desnudas y, al estar fabricadas en madera de roble y castaño, el efecto que producen es muy singular. Sin embargo, originalmente se hallaban revocadas con estucos cubiertos de policromías, que se han perdido excepto en las pechinas de la cúpula del crucero, pero fueron retirados en 1982. La nave central se cubre mediante cúpulas rebajadas apoyadas en pilares cilíndricos, mitad de madera, mitad de piedra. Sin embargo, las naves laterales presentan bóvedas de crucería. La cubrición fue ideada por Juan de Lizarazu.
Por otra parte, la cabecera del edificio se halla modificada, ya que la capilla mayor fue eliminada para ampliar la calle adyacente. Actualmente el testero es recto y en él se hallan tres retablos del siglo XVI, el mayor de Juan de Lizarazu y, los colaterales, uno de Domingo de Mendiaraz y Martín de Echeverría (Santa María) y el otro de Andrés de Araoz (Santa Catalina). Este último guarda interesantes elementos Romanistas en el banco. Finalmente, cabe destacar, además de las tallas que se reparten por todo el templo, el monumento funerario neoclásico (de 1852) dedicado por la Provincia a Gaspar de Jauregui (guerrillero de las Guerras napoleónicas).
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