Más que un libro de muertos,"Todos los santos" es un libro de vidas posibles: campesinos rendidos por el sol, tahúres sin fortuna, suicidas descuidados, ciudadanos que deciden un día no salir de la cama, empleados de agencias de viajes que sólo viajan con la imaginación, santos y francotiradores que apuntan a sus víctimas.
Cada uno nos cuenta su versión de la historia, de su historia, desde su propia fosa, desde su propia opción personal y moral. "Nadie logró en la vida contar la propia muerte" nos dice uno de los personajes del libro. Por eso es de la vida de lo que se nos habla, con un tono entre grave e irónico, en los poemas de "Todos los santos". Junto a ellos, sobre la misma tierra del mismo cementerio, las lápidas con nombres de personajes como Wallace Stevens, Max Brod, Emily Dickinson, Gustavo de Maeztu o Irineo Tristán, el último mexicano ejecutado en Estados Unidos.