Trabajar el paisaje desde la educación ambiental supone un ejercicio de autoconocimiento: supone ser conscientes de cómo es el entorno cercano en el que se desarrollan nuestras vidas; conocer por qué es así y no de otra forma; y acercarnos a las vidas de las personas que nos precedieron, cuyo trabajo diario quedó impreso en nuestro paisaje cotidiano. Este ejercicio retrospectivo nos ubica mejor en el presente, y nos permite imaginar y preparar el futuro.
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