Juventud Vasca 2020/2021 es la sexta edición de una serie de investigaciones sociológicas que, bajo el mismo título, el Observatorio Vasco de la Juventud realiza cada cuatro años.
La serie se inició en el año 2000 lo que implica ya dos décadas de atención a un sector de población, la juventud, que presenta características propias y que precisa de atención específica por parte de las instituciones. Esta serie Juventud vasca es uno de los instrumentos con los que el Observatorio Vasco de la Juventud afronta su misión de ofrecer a la sociedad un diagnóstico actualizado y permanente de la situación de la juventud.
Juventud vasca 2020/2021 presenta cambios sustanciales derivados de la pandemia de la Covid19, tanto en su metodología como en algunos de sus resultados.
Las limitaciones a la movilidad que se impusieron durante la pandemia conllevaron que la investigación que tradicionalmente se hacía mediante una encuesta domiciliaria y un cuestionario que abarcaba muchos temas, pasara a hacerse por vía telefónica, reduciendo el tamaño del cuestionario, en una primera oleada en 2020, y que posteriormente, en 2021, se llevara a cabo una segunda oleada mediante encuestas online para abordar las cuestiones que no se habían podido preguntar el año anterior.
Además, la pandemia ha afectado al nivel de satisfacción de la juventud con su vida, que ha disminuido pese a seguir siendo mayoritariamente positiva. La preocupación por el futuro ocupa el tercer puesto en los problemas personales de la juventud y la salud el cuarto, solo superados por el trabajo y la igualdad de género.
La pandemia también ha tenido como efecto el retorno al hogar familiar de muchas personas jóvenes por la suspensión de clases presenciales, de proyectos de estudios en otras ciudades, de programas de intercambio o cooperación internacional, por el aumento del teletrabajo o incluso por la pérdida del empleo. Ha descendido el porcentaje de personas jóvenes emancipadas y, en consonancia, ha aumentado el de jóvenes que residen en el hogar familiar y afirman haber vivido por su cuenta en alguna ocasión. También ha descendido el deseo de emancipación a corto plazo.
El ocio también se ha visto afectado por la pandemia. El porcentaje de jóvenes que dicen ser miembros de lonjas o locales juveniles se ha reducido de forma drástica y es que este tipo de locales han tenido que permanecer cerrados durante mucho tiempo. También se ha reducido la frecuencia de ir a bares y se ha incrementado el porcentaje de jóvenes que hacen manualidades o cocinan por hobby, hábito que se generalizó durante el periodo de confinamiento domiciliario. Además, ha aumentado el consumo de videojuegos entre los hombres jóvenes y la práctica deportiva entre las mujeres jóvenes, pero la forma de hacer deporte, en general, se ha orientado más a las prácticas individuales que a las de equipo.
El uso de las redes sociales también se ha incrementado y una de cada cuatro personas jóvenes ha utilizado a diario aquellas que permiten videollamadas grupales para poder suplir así la falta de contacto personal con el grupo de amistades.
El acceso a Internet y a las redes sociales se ha generalizado y ha cambiado muchas de las formas de relacionarse y de pasar el tiempo de ocio. Este mismo acceso a Internet ha traído nuevas formas de participación social, como es el ciberactivismo, pero también riesgos, como el ciberacoso.
Esta edición de Juventud vasca ofrece, por tanto, una fotografía de la juventud vasca teñida de las restricciones que la pandemia impuso en muchos órdenes de la vida, sobre todo en el del ocio y las relaciones sociales, tan importantes en esta etapa de la vida, pero también en los estudios y el trabajo.