El taller de Pedro Rodríguez se situaba en la calle Labeaga, ocupando el espacio entre ésta y el río Urola. La historia de la empresa se inicia en 1910, cuando se inicia en la fundición de bronce. A esta actividad se sumará a partir de 1922 la construcción de maquinaria (trituradoras, cilindros pesados y tornos revólver). Abandonada la fundición, la empresa se especializó en el montaje de fábricas, como la de Cementos Lemona o el Ferrocarril del Urola, y en trabajos de mecanizado en general. En la actualidad parte de las instalaciones han sido derribadas, aunque permanecen las viviendas, construidas en 1950 para ser ocupadas por los hijos de Pedro Rodríguez.