55. Dolmen de la Chabola de la Hechicera (ELVILLAR)
ETAPA 6: SANTA CRUZ DE CAMPEZO • LAGUARDIA
Descubierto en 1935 en las proximidades de la localidad alavesa de Elvillar, sobre un resalte natural en el término de La Lagunilla, el dolmen de la Chabola de la Hechicera es el primer sepulcro megalítico, y sin duda el más espectacular, de los identificados en la Rioja Alavesa.
La peculiar denominación de este panteón prehistórico proviene de la leyenda que refería haber sido habitado por una bruja o hechicera que, en la mañana de San Juan Bautista, el 24 de junio, salía de su morada entonando cánticos que eran escuchados por los lugareños, sin que se percibiera su presencia. Se decía también que quienes iban allí a indagar se convertían en piedras pasando a formar parte de su constitución. Como se sabe, en la noche de San Juan Bautista, del 23 al 24 de junio, se celebran ritos cristianos de origen pagano de culto al sol, que consisten en rituales de fuego y agua que conmemoran el solsticio de verano, pidiendo buenas cosechas y la purificación de las malas energías.
Más allá de los mitos sobre su origen y significado, el megalito fue erigido hace unos 5.500 años por grupos que combinaban la caza y la recolección con la agricultura y la ganadería y utilizado como sepultura colectiva sucesivamente durante otros varios miles, continua o esporádicamente hasta la Romanización.
Tras sucesivas excavaciones arqueológicas por parte de diversos investigadores y repetidas restauraciones, consiste en un dolmen de corredor de dimensiones monumentales erigido con areniscas del terreno. Consta de una cámara sepulcral constituida por 9 grandes bloques, de los cuales tres, los mayores, soportan una ciclópea cubierta de planta poligonal (actualmente rehecha) que se abre al sureste, es decir, orientada hacia el orto solar en época invernal, momento a partir del cual el sol vuelve a renacer. El sepulcro se completa con un corredor o pasillo delimitado por otros cinco bloques, si bien de menor tamaño, dividido longitudinalmente por una losa transversal, creando dos estancias. Toda esta arquitectura se encuentra envuelta por el resto de un túmulo de unos 25 m de diámetro, que antiguamente cubría el conjunto pétreo creando una estancia subterránea.
En las campañas de excavación efectuadas se han identificado restos de cuando menos 39 inhumaciones, 30 adultos y 9 infantiles, en buena parte impregnados en ocres, acompañados por objetos de uso común y ofrenda: puntas de flecha de sílex y metal, hachas votivas de piedra, ídolos espátula de hueso, cerámicas, adornos, amuletos, etc. Se cree que su función era la de acompañar al viaje al más allá de cada uno de los difuntos.
La erección de este y otros megalitos, suponía un considerable esfuerzo de carácter colectivo, aunque desgraciadamente, muy probablemente desde su misma primigenia utilización sepulcral, han venido siendo profanados en mayor o menor medida. Como consecuencia, han quedado revueltos, los restos fúnebres desplazados y sus materiales constructivos utilizados para otros usos. Una de las razones que motivaron estos expolios es que en el pasado se extendieron las leyendas que los relacionaban con seres mitológicos, que habrían sido enterrados acompañados por cencerros de oro y otras quiméricas riquezas.
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