En todo caso, y a pesar de las disfunciones territoriales, los problemas estructurales en el tejido creativo, la fuga de talentos, la indefinición de una política exhibitiva pública, la carencia de un teatro con identidad propia, etc. es lícito afirmar que se ha avanzado mucho y que en general, el sector teatral vasco en todos sus ámbitos, se puede homologar al del resto del estado. Sin embargo, el crecimiento desigual y abigarrado de los últimos años exige una cierta ordenación, máxime cuando todo el sector teatral debe enfrentar el impacto transversal que la última revolución industrial, esta teniendo en todas las manifestaciones culturales en general y en el disfrute del ocio en particular. En este caldo de cultivo, los viejos problemas adquieren una nueva dimensión y surgen algunos nuevos de gran trascendencia. Para abordarlos se precisa un análisis riguroso y continuado de los mismos. He aquí un primer gran reto del teatro vasco en general: La reflexión rigurosa y continuada que pueda acompañar el diseño de las políticas teatrales susceptibles de aplicarse en el futuro inmediato. Y es que cabe interrogarse y resultará perentorio responder con solvencia en los próximos años a preguntas tales como: ¿Para qué sirve el teatro? ¿Que teatro debemos exhibir? ¿Deben los poderes públicos intervenir y en qué medida en un sector de la cultura seguramente lejano a la mayoría de los ciudadanos con derecho a voto en las próximas décadas?. Los problemas evidentes, pero aún sin resolverse en el campo de la programación, verbi gracia: papel de lo público frente a lo privado, la desigual oferta temporal y territorial, su coordinación, el laberinto competencial, la indefinición de objetivos operativos, etc. comienzan a tornarse preguntas existenciales cuando se mezclan sin solución de continuidad con las anteriormente expuestas.
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Fecha de la última modificación: 18/11/2005 |