Entre los personajes históricos del País Vasco el más reconocido a nivel mundial es, sin duda, Ignacio de Loiola. La azarosa vida del ilustre azpeitiarra nos lleva a través de una parte importante de la Europa del Renacimiento, con estancias en Barcelona, París, Venecia o Roma. Sin embargo, el viaje más representativo de su biografía fue el camino realizado en su interior, sin el cual tanto su periplo vital, como su enorme influencia en la historia del Mundo hubiera sido muy diferente. Nuestro protagonista, un joven noble y militar al que esperaba un brillante futuro, inició un proceso que le llevó a un porvenir incierto.

Se embarcó en un camino que le llevó a encontrar su misión en la vida, centrada en una nueva forma de vivir el Cristianismo bajo el lema "a mayor gloria de Dios".

La ruta que proponemos a continuación es la que inició un azpeitiarra llamado Iñigo López de Oñaz y que lo llevó a convertirse en el universal San Ignacio de Loiola, emprendida sin saber exactamente lo que le depararía, pero con la convicción de dejar atrás una vida que ya no le satisfacía. En un primer momento, se dirigió a Navarrete (La Rioja), donde vivió antes sirviendo al Duque de Nájera. Allí decidió encaminarse hacia el este, hacia Tierra Santa.

Este viaje es el que se conoce como Camino Ignaciano, que partiendo desde Azpeitia llega a Manresa, lugar en el que Ignacio tuvo que interrumpir su peregrinación. Siguiendo sus pasos, el viajero podrá acercarse al tiempo del Santo, recorriendo calzadas, admirando paisajes y dejando atrás arquitecturas y urbanismos procedentes de un pasado remoto que, en muchos casos, el propio Ignacio contemplo.

El País Vasco, ha sufrido importantes transformaciones desde hace 500 años, sin embargo, se conservan abundantes testimonios que dan fe de la vida en esta tierra desde hace miles de años, pasando por el inicio de nuestra civilización y hasta tiempos recientes, incluyendo los fuertes cambios fruto de la actividad industrial.

La ruta conocida como el Camino Ignaciano permite al viajero disfrutar de algunos de los elementos más representativos del patrimonio cultural vasco en Gipuzkoa y Álava.